Fortalece tu mente, no dejes que la enfermedad te venza.

Estar ante una enfermedad puede ser desafiante y difícil, de hecho, uno de los momentos más complicados de la vida, ya que afecta el cuerpo, las emociones y la salud psicológica. Cuando una enfermedad aparece, es fácil sentir que todo está fuera de control y que perderemos todo, trabajo, relaciones, incluso la vida, hay algo importante que se puede tomar en cuenta para llenarse de fortaleza: la resiliencia mental. Esa capacidad de sobreponerse, adaptarse y llenarse de fuerza en medio de pensamientos y sentimientos abrumadores, puede marcar la diferencia sobre cómo se enfrenta la enfermedad. Quiero animarte a pensar en cómo fortalecer tu mente, cuidarte emocionalmente y no permitir que la enfermedad te venza.

A lo largo de la vida, nos enfrentamos a diversos problemas y desafíos, pero si hablamos específicamente de un desafío que puede ser transformador es el diagnóstico de una enfermedad, ya sea una enfermedad grave o incluso un padecimiento temporal, los cambios en la mente y el cuerpo, incluso en las relaciones sociales y laborales pueden ser angustiosos. A pesar de eso, se puede adquirir la habilidad de luchar contra la enfermedad con lo que llamamos resiliencia, una habilidad vital que permite progresar en situaciones adversas, como lo es una enfermedad.

Pero, ¿qué es resiliencia?, se refiere a la capacidad del ser humano para adaptarse positivamente ante situaciones adversas, recuperándose de momentos difíciles con fortaleza y flexibilidad, esto da la enseñanza que no se trata de evadir el dolor o el sufrimiento, sino de encontrar recursos internos y externos que permitan afrontar de manera efectiva.  Al referirnos a enfermedades, en especial las que afectan de manera significativa la calidad de vida, la resiliencia juega un papel importante, debido a los desafíos psicológicos que conllevan los diagnósticos; aparecen los miedos, frustraciones, angustias, desesperanza y tristeza, es importante mencionar que estas emociones son normales y comprensibles, pero el punto importante es no dejar que las emociones tomen el dominio de la experiencia, ya que eso interfiere en gran medida en el bienestar físico y emocional.

Es por ello que la resiliencia es importante, invita a encontrar diferentes maneras de adaptarse y mantener el control sobre lo que sí se puede manejar, permite fortalecer la mente para enfrentar la enfermedad, reconocer cada una de las emociones que aparezcan en el proceso y no dejarse dominar por ellas.

No olvidemos que el cuerpo y la mente están interconectados y esta conexión permite que al tener bienestar emocional y psicológico la respuesta física ante la enfermedad y al tratamiento sea más positiva y encaminada a una estabilidad, mantener una actitud resiliente permite controlar el dolor que llevan consigo los tratamientos y me atrevería a decir que en la mayoría de los casos acelera el proceso de recuperación; esto no significa que sea una cura milagrosa, pero sí garantiza una mejor calidad de afrontamiento, convirtiendo a la mente en el mejor aliado para darle al cuerpo el cuidado que necesita.

A continuación, presento 5 maneras de fortalecer la mente para enfrentar la enfermedad.

1. Tener autocompasión y aceptación: para iniciar con el desarrollo de la resiliencia ante una enfermedad es permitiéndose ser vulnerable y humano, reconociendo que se está enfrentando a una situación difícil, que se iniciará un proceso y consigo llegarán cambios y se tiene todo el derecho de sentir diferentes emociones, esto ayuda a la aceptación oportuna de la situación.

2. Mantener una mentalidad que contribuya al crecimiento: una mente resiliente no ve el diagnóstico como un fin, sino como una oportunidad para crecer, ayuda mucho preguntarse qué aprendizaje está adquiriendo con ese reto o experiencia, puede ser difícil de ver; pero, puede ayudar a mejor las relaciones familiares, a replantearse prioridades, a mejorar hábitos saludables, en fin, tener la mentalidad de crecimiento ayuda a tener una perspectiva de construcción personal.

3. Fortalecer las redes de apoyo: el acompañamiento y apoyo de personas cercanas como amigos, pareja, familia y profesionales de la salud es fundamental para marcar la diferencia al enfrentarse a una condición de salud; para ello, se debe estar rodeado de personas que lo escuchen, que lo animen, que lo acompañen en los procedimientos y que sin dudar estén cuando se necesite compartir las preocupaciones.

4. Enfocarse en lo que sí puede controlar: una de las mayores fuentes de estrés ante una enfermedad es sentir que hemos perdido el control sobre nuestra vida. Sin embargo, siempre hay aspectos sobre los que podemos influir: nuestras decisiones diarias, la forma en que nos comunicamos, cómo cuidamos nuestro cuerpo y mente, por ejemplo, con herramientas como la meditación, y las actitudes que adoptamos frente a los desafíos. Te dará una sensación de empoderamiento, incluso en medio de la incertidumbre.

5. Visualizar un futuro positivo: aunque la enfermedad puede alterar los planes, la resiliencia implica mantener la esperanza. Visualizar un futuro en el que, independientemente del diagnóstico, se pueda seguir disfrutando de aspectos significativos de la vida, familia, amistades, amor, actividades placenteras, cantar, escribir, pintar etc.; establecer metas alcanzables, por pequeñas que sean proporcionarán motivación y sentido de propósito.

La salud física relacionada con la resiliencia ha tenido diferentes investigaciones científicas, estas han demostrado que la actitud mental positiva puede tener un gran impacto en la forma en que se enfrentan las enfermedades.

Un estudio demostró cómo la resiliencia influye en pacientes con enfermedades crónicas, como la diabetes y la artritis reumatoide. Los resultados mostraron que aquellos con mayores niveles de resiliencia reportaban mejor calidad de vida, menores niveles de depresión y una mayor capacidad para gestionar el dolor. La investigación concluyó que la resiliencia no solo mejora el bienestar emocional, sino que también facilita el cumplimiento de los tratamientos médicos, favoreciendo una mejor evolución física mejorando la enfermedad crónica (Smith, Tooley, Christopher & Kay, 2010).

Una revisión sobre la conexión de resiliencia y salud mental realizada por The British Journal of Psychiatry señaló que la resiliencia juega un papel esencial en la protección contra trastornos de salud mental relacionados con la enfermedad, como la ansiedad y la depresión. Los autores encontraron que, al desarrollar resiliencia a través de técnicas como la terapia cognitivo-conductual, mindfulness y estrategias de afrontamiento, los pacientes mejoran su capacidad para enfrentar el estrés asociado con la enfermedad y reducen la probabilidad de experimentar depresión clínica (Masten, 2001).

La autocompasión, una herramienta fundamental en el desarrollo de la resiliencia, ha sido objeto de estudio en personas con enfermedades graves. Investigaciones han demostrado que ser compasivo con uno mismo en lugar de autocrítico mejora la estabilidad emocional y promueve una mayor aceptación de la enfermedad. Según un estudio realizado en pacientes con cáncer, aquellos que practicaban la autocompasión experimentaban menos angustia emocional y una mayor capacidad para enfrentar los desafíos del tratamiento (Neff, Rude, & Kirkpatrick, 2007).

Estos son solo algunos de muchos estudios donde se demuestra la importante conexión que existe entre cuerpo y mente y cómo la resiliencia juega un papel muy importante para no dejar que la enfermedad gane la batalla.

Puedo comentar un caso como ejemplo de la importancia de tener un control mental cuando se tiene una enfermedad como la diabetes.

Paciente C.  tenía 27 años cuando recibió un diagnóstico inesperado de diabetes tipo 1. Este tipo de diabetes es una enfermedad crónica en la que el cuerpo no produce insulina, una hormona clave para convertir el azúcar en energía. El impacto fue grande y devastador, C. llevaba una vida activa y saludable, pero de repente se enfrentó a la realidad de que tendría que inyectarse insulina diariamente, medir sus niveles de glucosa con frecuencia y hacer ajustes drásticos en su estilo de vida.

Comenzó su tratamiento psicológico por “desmotivación y ansiedad” ya que tenía síntomas físicos como temblores, taquicardia, dificultad para respirar y dormir; asimismo, cambios en su apetito y en sus rutinas por lo cual él lo describía como “desmotivación”, al indagar más su sintomatología, su situación e historial mencionó el recién diagnóstico de diabetes. “Recuerdo que, al principio, me invadió el miedo”, cuenta C. “pensaba en todas las complicaciones posibles como problemas de visión, amputaciones, daño renal, no podía creer que algo así me estuviera pasando a mí, alguien que siempre había sido tan activo”. Se llenó de miedo, incertidumbre y frustración, C. sentía que su vida ya no le pertenecía y que todo giraba en torno a su enfermedad.

En terapia, C. comenzó a trabajar en su resiliencia emocional, fue un proceso largo, pero poco a poco comprendió que, aunque no podía deshacerse de la diabetes, sí podía controlar cómo reaccionaba ante ella.  El punto importante de cambio llegó cuando aceptó la enfermedad en lugar de luchar contra ella, aceptando que la diabetes iba a ser parte de su vida, pero no la única parte. En lugar de verla como un enemigo, la vio como un desafío, algo que podría manejar y que no le impediría seguir adelante.

Uno de los pasos clave para fortalecer su resiliencia fue el conocimiento, C. se dedicó a aprender todo lo posible sobre la diabetes. Esto debido a la psicoeducación brindada y por su parte la dedicación a comprender su enfermedad. Adoptó un enfoque proactivo sobre su salud, ajustando su alimentación para mantener una dieta equilibrada y controlada; también, se comprometió a seguir haciendo ejercicio de manera regular, algo que le ayudaba no solo a controlar sus niveles de glucosa, sino también a mantenerse motivado y mentalmente fuerte. El ejercicio se convirtió en una forma de demostrarse que, a pesar de la diabetes, aún tenía control sobre su cuerpo.

Entre otros aspectos que se siguen trabajando en el proceso terapéutico es manejar el estrés, ya que siempre se mantiene alerta y puede resultar agotador; además, practicar mindfulness para reducir el miedo y frustración, sumándole algo muy importante es que el enfoque brindado ha sido el cognitivo conductual, para ir desarrollando en C. una mentalidad de crecimiento en el que cada desafío relacionado con algún área de su vida y en especial con su enfermedad se convierta en oportunidad de aprendizaje y crecimiento, estableciendo metas cortas y realistas celebrando así sus pequeños avances.

El objetivo de la terapia es llegar a equilibrar su vida profesional con su vida personal, sobrellevando las diferentes demandas diarias de la enfermedad, transformando así esa experiencia de vida como una oportunidad y llegar a tener una vida plena y significativa a pesar de los desafíos diarios de la diabetes.  Aunque el camino es difícil con un diagnóstico, hay esperanza. Fortalecer tu mente, aprender a cuidar de ti mismo y encontrar apoyo son claves para no dejar que la enfermedad te venza.

Llenarte de fortaleza ante un proceso de enfermedad es una situación que requiere tiempo, paciencia y práctica, pero con ello se logrará adquirir fortaleza interna para enfrentar de mejor manera la enfermedad; con la resiliencia no solo se trata de evadir el dolor, sino de aprender a vivir con todo tipo de circunstancias adversas.

Tu mente es poderosa, y cuando la nutres con compasión, esperanza y determinación, puedes resistir cualquier adversidad.

¡Recuerda! La enfermedad puede desafiarte, pero no tiene que vencerte.