“Fragilidad y predisposición a caídas en la persona adulta mayor”.

Desde la perspectiva médica fisiátrica; considero oportuno colocar a disposición de nuestros lectores y pacientes un enfoque médico-rehabilitador sobre las condiciones de índole “orgánica” que conllevan en el adulto mayor a fragilidad, sin perder de vista algunos factores “medio-contextuales” que se asocian en este grupo etario al aumento de accidentes que implican riesgo de caída.

Con el único objetivo de generar mayor conocimiento y brindar consejería de cómo pueden mantenerse o mejorarse las condiciones físicas, funcionales y medioambientales de las personas mayores, con la finalidad de prevenir dichos accidentes o caídas, se desarrolla el presente artículo. 

La OMS define a la población adulta mayor como la(s) persona(s) mayor(es) de 60 años de edad, independientemente a su condición física, intelectual, social o de salud.

Este concepto fundado en la edad cronológica tiene como base el proceso evolutivo de vida o ciclo vital del ser humano, desde su nacimiento hasta su muerte y está marcado por distintas etapas; todas ellas dan lugar en función al tiempo transcurrido a un inevitable “recambio molecular y renovación celular”, que marca inevitablemente el “envejecimiento orgánico”, que en el paso de los años se traduce en reducción de la capacidad física y funcional de la persona mayor”.

En el campo de la medicina física y de rehabilitación el envejecimiento físico (corporal) y funcional (reducción de capacidades) nos permite reconocer que existen diferentes tipos de envejecimiento: exitoso (solo cambios propios de la edad), habitual (cambios propios de la edad más enfermedad crónica) y frágil (cambios propios de la edad, enfermizo, débil y en descuido), debiendo poner mayor atención en aquella población de adultos mayores en condición frágil.

La medicina geriátrica cuyo campo de estudio y acción es la persona o adulta mayor ha contribuido a definir la condición de fragilidad: estado clínico, asociado a la edad, con una disminución de la reserva fisiológica y de la función en múltiples órganos y sistemas, lo que confiere una disminución en la capacidad para hacer frente a factores estresantes crónicos o agudos, conllevando a una mayor vulnerabilidad ante la enfermedad y eventos críticos. 

A continuación, los factores que interactúan para determinar esta situación de fragilidad, los cuales tienen una dimensión policausal: 

Es necesario reconocer los cambios de mayor trascendencia a razón del envejecimiento que sufre todo adulto mayor:

  • Sarcopenia: disminución de la masa muscular, con la consiguiente disminución de la fuerza.
  • Osteopenia: disminución de la densidad ósea, con la consiguiente disminución de la consistencia de los huesos.
  • Otoesclerosis: endurecimiento de los huesecillos del oído medio, con la consiguiente disfunción de los otolitos y la tendencia al vértigo posicional.
  • Degeneración tisular cerebelosa: desgaste de las células ciliares del cerebelo, con la consiguiente disminución del equilibrio y la coordinación del movimiento.
  • Desensibilización receptiva medular: enlentecimiento de la capacidad de los receptores responsables de los reflejos posturales, con la consiguiente disminución de la respuesta estabilizadora en distintas posturas corporales.

Desde ya, “sabremos explicarnos el por qué los adultos mayores tienen naturalmente mayor propensión a caídas”.

Del mismo modo hemos de puntualizar algunos de los aspectos más importantes que conllevan los procesos de enfermedad aguda o crónica para el adulto mayor, así:

  • Alteraciones nutricionales: las personas enfermas restringen su aporte dietético sea esto por reducción de la ingesta (falta de apetito) o utilización inadecuada de los alimentos (trastornos del metabolismo), la cual da lugar a debilitamiento fisiológico.
  • Problemas metabólicos: la persona en estado de enfermedad cambia los patrones metabólicos de síntesis para formación de sustratos útiles y los convierte a procesos catabólicos de degradación para formación de sustancias de desecho, lo cual da lugar a mayor gasto energético y pérdida celular.
  • Cambios patológicos: las personas al enfermar someten su organismo a condiciones de desequilibrio energético, metabólico y tisular, requiriendo en ocasiones respuestas corporales compensatorias inadecuadas o extremas, lo cual da lugar a patrones patológicos tisulares que resultan en deterioro orgánico.

Seguimos percatándonos que, “los adultos mayores tienen mayor riesgo de daño severo al sufrir caídas por las morbilidades que presentan”.

Finalmente, ha de plantearse situaciones emblemáticas relativas al contexto o medio nocivo donde subsiste cada persona mayor, reconociendo lo siguiente:

  • Barreras arquitectónicas: los obstáculos existentes dentro o fuera de sus viviendas o de cualquier elemento constructivo comunitario, se constituye en un impedimento para la circulación, movilización o acceso seguro.
  • Descuido.: las actitudes o procederes negativos en razón a la responsabilidad o falta de diligencia en el cuido, se constituye en factor de riesgo o vulnerabilidad humana.
  • Riesgo vital: es toda condición clínica que implica riesgo de muerte o de secuela funcional grave, de no mediar atención médica inmediata e impostergable al ingreso a un establecimiento de salud, que conlleva a la fatalidad sin esperanza de postergación de la vida.

Resulta obvio que los cambios propios de la edad, el padecimiento de ciertas enfermedades, así como algún tipo de ambiente nocivo no podrán ser evitados en el promedio de los casos; sin embargo, toda la población adulta mayor es susceptible de modificar  en forma positiva su condición física y funcional, a través de “cambios de estilo de vida”, que resultan en un envejecimiento saludable, que puede lograrse poniendo en práctica las siguientes recomendaciones útiles: cuida tu mente, cuida tu cuerpo, cuida tu ambiente y evita riesgos.

  • Cuida tu mente: está dirigido a mantener la capacidad de atención, concentración y memoria, para preservar funciones mentales intelectuales como son el análisis, raciocinio y la lógica.
  • Cuida tu cuerpo: está enfocado en recuperar condiciones de flexibilidad, fuerza y motricidad, para preservar capacidades corporales de equilibrio, coordinación y destreza motora.
  • Cuida tu ambiente: está dirigido a mantener ambientes del hogar libres de obstáculos, amenazas y peligros evitando barreras arquitectónicas.
  • Evita riesgos: está destinado a modificar ciertos hábitos, patrones actitudinales o de comportamiento asociados a peligros de accidentes o riesgo directo de caída.

¿Qué puedes o debes hacer para lograr un nivel de envejecimiento saludable?, por lo menos debes poner en práctica la siguiente estrategia mediante cada paso:

  • Aceptación: el primer paso es aceptar que han pasado los años, que hay cambios en las funciones y capacidades orgánicas, que nuestras habilidades y destrezas corporales se reducen y que hoy el rendimiento funcional en nuestro quehacer diario resulta menor.
  • Concientización: es el segundo paso, si bien no puedes evitar envejecer, debes ser consciente que hay un estilo de vida saludable que te permite mejorar tus condiciones físicas y capacidades funcionales, logrando así enfermar menos o sobre llevar mejor tus enfermedades y sobre todo reducir el riesgo de accidentes, principalmente de caídas. 
  • Empoderamiento: es el tercer paso, consiste en reconocer tu autonomía, saber que tú decides cómo vivir tu vida, nadie hará de ti un viejo, tú harás de ti un adulto mayor exitoso, si así lo decides y te lo propones.
  • Actitud: es el cuarto paso, consiste en cambiar tu perspectiva, la idea de “estoy menoscabado” o “nada por hacer” a convertirse a través de acciones positivas o cambios útiles en alguien ocupado en tu propia mejora.
  • Práctica: es el siguiente paso o eslabón de la cadena, sin duda difícil en su inicio; pero efectivo en su consecución, debes insistir y persistir en: 

a) Aliméntese mejor, con verduras, frutas, alimentos ricos en proteínas y fibras.

b) Control del peso, trate de mantenerte cerca de tu peso ideal, evite los extremos que son la obesidad o delgadez extrema.

c) Deje de lado hábitos insalubres o adicciones, no debe continuar con vicios, patrones de falta de aseo o actitudes perjudiciales como sedentarismo, postración en cama o permanencia prolongada en una misma postura frente a la televisión, en parques o escenarios públicos.

d) Evite la automedicación y polifarmacia, no se automedique, ni abuse tomando distintos medicamentos; uno para cada síntoma, visite a su médico y él definirá razonablemente los medicamentos que debe usar.

e) Control de enfermedades, mantenga controlados sus padecimientos, lleve al día sus seguimientos médicos, los chequeos periódicos con exámenes o pruebas y cumpla con sus medicaciones de manera regular y exacta.

f) Organice y ordene su ambiente, haga selección del mobiliario, aparatos, máquinas y utensilios a utilizar, ordénelos, desaloje cuando sea necesario y siempre libere espacios, con el objetivo de quitar obstáculos, de facilitar su libre tránsito en el hogar y sobre todo evitar accidentes domésticos y caídas que pueden llevar a lesiones graves o hasta fatales.

g) Establezca esquemas de vida, la planeación del tiempo diario en la realización de tareas, faenas o rutinas útiles son una forma efectiva de ocuparse, invertir energía y obtener logros que hacen sentirse en mucho auto-realizado o por lo menos importante en la dinámica familiar o de propia vida.

h) Provea seguridad a su entorno, haga modificaciones en el hogar y accesos a casa, facilite pisos antiderrapantes, relieves preferencialmente planos, evite superficies irregulares, coloque pasamanos en gradas, baños, pasillos o jardines. 

h) Invierta tiempo y esfuerzo en divertirse o distraerse, es indispensable generar espacios para pasear, visitar, conversar, jugar e interaccionar con las demás personas, ya sean conocidas o no, en espacios comunes o diferentes.

Por último y no por ser menos importante, se aborda lo referente a: ejercítese, como uno de los aspectos más trascendentales de la estrategia para lograr evitar o reducir el riesgo de accidentes relativos a caídas.

Pruebe hacer ejercicio: mental (agilidad y memoria), físico (aeróbico, de flexibilidad, equilibrio o coordinación), fortalecimiento (anaeróbico, de resistencia y potencia) y de intercepción (respiración, control volitivo corporal y actitudinal), que puede practicar en cualquier momento de su día, en aquella hora que resulte deseable o conveniente para usted.

El tipo de ejercicio más recomendable para el adulto mayor es el mental y el físico, de este último podemos decir en forma general; que inicia con una breve fase de calistenia o calentamiento  (10 minutos), que se logra con movimientos de la cabeza, brazos, cintura y piernas (extendiendo-flexionando o rotando cada segmento corporal); prosiguiendo con la fase de estiramiento o elongación muscular (10 minutos) preferentemente de los músculos del cuello, columna dorso-lumbar, pelvis y miembros inferiores; luego cumplir la fase  de ejercicio activo (15 minutos) con rutinas de ejercitaciones cardio-pulmonares mediante caminata, trote estacionario o carrera  lenta, aunque también puede ser opción la bicicleta estacionaria, si puede bicicleta libre o en máquina de pedaleo como la elíptica; finalmente, concluya con la fase de enfriamiento (5 minutos) haciendo movimientos suaves, lentos y asociados con ejercicios respiratorios de inspiración y expiración profundos, para regresar a la condición respiratoria, de pulso y presión arterial previa al inicio del ejercicio antes descrito. 

En caso usted desee agregar un poco de mayor carga o intensidad a su faena de ejercicio, lo recomendable es alternar ejercicio aeróbico en fase activa (15 minutos) con ejercicio anaeróbico de fase activa (15 minutos), practicando ejercicios resistidos; estos últimos sí contemplan el uso de pesas, bandas de resistencia o levantamiento de peso muerto, de no contar en casa con pesas o bandas, proceder a utilizar su mismo peso corporal como la herramienta de entrenamiento; mediante la implementación de rutinas de pechadas, sentadillas o planchas, con 3 a 7 repeticiones; si es un principiante o si ya existe experiencia pueden hacerse de 10 a 15 repeticiones máximas, en ciclos de 1 a 2 por día de entrenamiento, recordando terminar con periodos de enfriamiento o recuperación de por lo menos 3 minutos o máximo de 5 minutos.

No es posible presentar la gama de ejercicios, tipos, modalidades y variantes que puedan o deban realizar los adultos mayores, por lo que le invitamos a ingresar al siguiente sitio web, para encontrar mayor información, consejería e ilustraciones específicas:

 //www.ssegg.es (segg.es/media/descargas/GUIA%20DE%20EJERCICIO%20PARA%20MAYORES.pdf, bajo el título de Guía de EJERCICIO FISICO para Mayores) – TU SALUD EN MARCHA, Sociedad española de Geriatría y Gerontología Príncipe de Vergara, 57 – 59. 28006 Madrid – España).

En conclusión, puntualizamos:

  • En el adulto mayor existen condiciones propias a su edad, deterioro orgánico, envejecimiento corporal,  reducción de capacidades, que lo colocan en desventaja física y funcional.
  • Las personas mayores que sufren enfermedades y enfrentan entornos nocivos se tornan frágiles y se vuelven vulnerables, esto se traduce en mayor riesgo de accidentes y a la cabeza de ellos propensas a caídas.
  • Los adultos mayores frágiles que sufren caídas tienen mayor probabilidad de lesiones severas, daños con secuelas graves o incluso mayor riesgo de muerte.
  • Todas las personas mayores pueden procurar un envejecimiento saludable, deberán cuidar su mente, cuidar su cuerpo, cuidar su ambiente y evitar riesgos, para ello tendrán que tener en cuenta la estrategia propuesta; retomando cada uno de sus pasos; en lo relativo a cada caso particular.
  • El ejercicio mental, físico, de fortalecimiento e intercepción es parte de ejercitarse, que resulta ser trascendental para lograr evitar o reducir el riesgo de accidentes relativos a caídas.