Embarazo cardio-saludable.

Durante el embarazo normal se producen una serie de cambios físicos y hormonales muy significativos a nivel de corazón y de la forma en cómo la sangre fluye en el cuerpo, siendo estos cambios un mecanismo de adaptación para cumplir con el aumento de las demandas metabólicas de la embarazada y el feto; asegurando así una circulación adecuada del útero a la placenta para el desarrollo y el crecimiento fetal. 

A lo largo de los nueve meses de gestación son habituales ciertos cambios fisiológicos a los que el sistema cardiovascular debe adaptarse, la mayoría de veces lo hace sin problemas; produciéndose cambios estructurales y hemodinámicos (manera en que se da la circulación sanguínea); las principales modificaciones que sufre el sistema cardiovascular durante este estado es el incremento del volumen sanguíneo, la frecuencia cardíaca y el gasto cardíaco; llevando a una disminución paulatina de la presión tanto sistólica como diastólica, ocurriendo un incremento significativo en el volumen sanguíneo, que se inicia alrededor de la semana 6 de gestación, y alcanza un volumen que llega aproximadamente a los 5,200 ml en la semana 32. Así mismo, la frecuencia cardíaca normalmente se aumenta entre 10 a 20 latidos por minutos a lo largo del embarazo, estos factores producen una ampliación paralela del gasto cardíaco de la madre (entre el 30 y el 50%), de modo que se logre la oxigenación adecuada tanto para el feto como para la mamá. 

Recordemos que pacientes con factores de riesgo como cardiopatías previas, obesidad, tabaquismo, mayor edad en la gestante, historia familiar de trombosis o el reposo prolongado, pueden favorecer la aparición de coágulos en las arterias de los pulmones, en el embarazo y en el puerperio; la dilatación de la aurícula (una de las 4 cámaras del corazón) durante el embarazo contribuye a la aparición de arritmias (latidos anormales), por lo que estas pueden ser también habituales, pero, en general no son de gravedad; el infarto del miocardio por el contrario rara vez se presenta en mujeres embarazadas.

En la mayoría de mujeres sanas durante el embarazo no tienen porqué presentarse complicaciones cardiológicas, siempre y cuando se cuide como es debido; para las pacientes que ya tengan diagnosticada una enfermedad relacionada con el corazón, resultará imprescindible seguir las indicaciones de un equipo médico multidisciplinario, que ayude a la gestante con el  sobreesfuerzo que su corazón debe asumir; teniendo en cuenta que el seguimiento de un embarazo con este perfil, requiere tener presente el riesgo materno y fetal, considerándose el embarazo como de alto riesgo, lo que implica una estrecha colaboración entre cardiólogos, obstetras, anestesiólogos y neonatólogos; recordando que en el embarazo, la principal causa de muerte en la mujer después de la obstétrica es la cardíaca, por lo que en algunos casos se desaconseja incluso el embarazo.

Entonces, nos preguntamos: ¿cómo tener un corazón saludable durante el embarazo?, es importante  inicialmente tener un chequeo preconcepcional, donde se puedan evaluar los riesgos médicos, detectando posibles enfermedades cardíacas, conocer el estado de su presión arterial, sus antecedentes médicos familiares, etc.; en caso de detectar enfermedad cardíaca o ser ya conocida con una patología preexistente, referir para una consulta cardiológica u otra especialidad, de acuerdo a lo que se haya identificado.

Ya durante la gestación las recomendaciones más importantes son las siguientes:

  • Iniciar controles prenatales tempranos, antes de las 10 semanas para la detección de posibles riesgos y su manejo adecuado, además, asistir puntualmente cada mes a sus controles o según indicación médica
  • Tener una dieta saludable, acompañada de frutas y verduras, evitando el exceso de sal, ya que puede generar edemas o aumento del volumen de líquido dentro del cuerpo.
  • Controlar el peso corporal según el índice de masa corporal, previo al embarazo, en una gestante con bajo peso puede haber un incremento promedio de 13 kg, con peso normal su incremento es en promedio 12 kg, con sobrepeso 7 kg, y en obesidad 5 kg
  • Evitar los hábitos poco saludables, como fumar, consumir alcohol o drogas.
  • Reducir el estrés y controlar la ansiedad, incluyendo paseos en la naturaleza, meditar y disfrutar de otras aficiones.
  • Si toma medicamentos por patologías preexistentes debe tomarlos según indicación médica, sin olvidar sus vitaminas prenatales.
  • Realizar actividad física y ejercicio, se ha demostrado en varios estudios que beneficia a la embarazada mejorando además la salud del feto y la vía de finalización del embarazo, comprobándose su utilidad en embarazadas con ausencia de complicaciones o contraindicaciones obstétricas.

Si bien, poco se conoce de las respuestas fetales a las hormonas maternas que se elevan durante el ejercicio y que atraviesan la barrera placentaria, se sabe que los fetos de madres activas mantienen una frecuencia cardíaca menor, impactando en el control de los impulsos del sistema nervioso relacionado con el corazón del feto, y preparándolo para una mayor reserva cardíaca. 

Los beneficios maternos de la actividad física incluyen:

  • Mejorar la función cardiovascular.
  • Ganancia de peso limitada.
  • Disminución de las molestias musculoesqueléticas y de retención de líquidos.
  • Control de la diabetes gestacional e hipertensión.
  • Trabajos de parto más cortos.
  • Menores complicaciones en el parto.
  • Mayor probabilidad de partos naturales. 

Por lo tanto, se recomienda al menos 150 minutos de actividad física de intensidad moderada, durante el embarazo y postparto; sugiriéndose sesiones de 30 a 60 minutos, de 3 a 4 veces a la semana; en estas se incluyen caminatas, ciclismo estacionario, ejercicios aeróbicos, bailar, ejercicios de resistencia (pesas, bandas elásticas), ejercicios de estiramiento, hidroterapia y aeróbicos acuáticos. Deben evitarse las actividades de contacto con riesgo de traumatismo abdominal y desequilibrio, así como también el buceo. Las mujeres embarazadas que eran sedentarias antes del embarazo deben seguir una progresión más gradual del ejercicio, este debe realizarse en un ambiente termoneutral o en condiciones ambientales controladas con ropa holgada; evitando exposición prolongada al calor, prestando mucha atención a la hidratación y no sobrepasar frecuencia cardíaca materna de 140 latidos por minuto. Las mujeres embarazadas con obesidad deben participar en una modificación saludable del estilo de vida, que incluya actividad física y dietas juiciosas, comenzando con períodos de ejercicios cortos, de baja intensidad y aumentarse gradualmente. 

Dra. Sandra Yanira González Herrera/Ginecóloga-obstetra.