Obesidad: ¿obsesión por la imagen corporal o enfermedad?

Desde 1975 según la OMS la obesidad se ha triplicado, dando paso en 1998 a que la misma entidad estableciera que es una enfermedad, y es que si repasamos el concepto de enfermedad nos damos cuenta que cumple con todos los criterios ya que la obesidad genera alteraciones negativas al organismo en el corto o largo plazo; en este escrito ahondaré en las diferentes causas que abonan al desarrollo de la misma y la desinformación a la que en esta era de bombardeo digital estamos expuestos. 

¿Por qué hay tanta obesidad en estos tiempos?

Siempre se ha sostenido que la causa de la obesidad principalmente es la disparidad entre el balance de calorías consumidas y calorías gastadas, por esta razón se acusa a las personas de “talla grande” de ser glotonas, sin fuerza de voluntad y perezosas. Aunque los países le han declarado la guerra a la obesidad no han tenido éxito, ya que la principal herramienta ha sido incentivar la práctica de la actividad física sin reparar en forma suficiente al cambio de la oferta alimenticia. 

De manera que podemos ilustrar algunas posibles causas:

  • Genética: la relación de los genes y la obesidad es muy conocida, ya que hay diversos polimorfismos que predisponen al individuo a padecerla, aunque solo un pequeño grupo de casos de obesidad (5%) resultan de la existencia de estas mutaciones; a este tipo de obesidad se le llama polimorfismo genético. 
  • Epigenética: es el resultado de la exposición de diversos factores ambientales que tienen la capacidad de modificar el ADN, la evidencia actual sugiere que algunas marcas epigenéticas son modificables si hay cambios en la alimentación y estilo de vida durante el embarazo, niñez y etapa adulta.
  • Fracaso de la sociedad por permitir un ambiente obesogénico: desde 1970, la forma de comer ha cambiado debido a la modificación de las políticas de salud donde, por el temor al aumento de las muertes por enfermedades cardiovasculares se sugirió la disminución de carnes, lácteos enteros y grasas para dar paso a una dieta rica en harinas; esto propició un ambiente adecuado para las multinacionales que a bajo costo ofrecieron diversos productos “ligeros”, cuya composición era básicamente azúcares fáciles de usar para el cuerpo (azúcares simples); como ya es sabido una dieta alta en harinas tiene la capacidad de formar grasa, específicamente en la zona abdominal. El consumidor necesita abastecerse de alimentos y entre más económico, fácil de consumir y de buen sabor es mejor.
  • Influencia de las redes sociales y la publicidad: existe un gran vínculo entre la publicidad que vemos y la comida que escogemos. Aunque las autoridades quieren regular los espacios publicitarios para poblaciones vulnerables como los niños, las empresas alimenticias son ingeniosas, y logran posicionar su publicidad en espacios más directos como Facebook, Instagram, YouTube y otras redes sociales; además, se valen de personalidades famosas para mostrar que consumiendo sus alimentos serán como ellos.
  • Estrés: la elevación de los niveles de cortisol por el estrés puede estar detrás de la acumulación de grasa visceral, produciendo también una destrucción de músculo y disminución en el gasto de calorías, provocando un aumento de peso. El estrés puede afectar los hábitos alimentarios y de estilo de vida. 
  • Obsesión por la imagen corporal: un aumento de la autopercepción de la imagen corporal relacionada con la obesidad, puede llevar en muchos casos al abuso de dietas de moda y otras estrategias rápidas de pérdida de peso no saludables.

¿Cómo cambiar las percepciones sobre la comida saludable y fomentar elecciones más conscientes?

Escoger una alimentación orgánica y limpia a pesar de ser la mejor opción no siempre es la alternativa más económica o atractiva; los productos procesados altos en grasas saturadas, sodio y azúcar pueden ser llamativos a la vista, y, también presentables de acuerdo a su empaque y practicidad; de manera que la mejor estrategia es inculcar desde los primeros días de vida una alimentación saludable como principio, donde se establezca el consumo de alimentos reales (no ultra procesados) como base de la dieta familiar; esto quiere decir, que no se adoptan medidas únicamente hacia el individuo que padece o tiene riesgo de obesidad, sino para el grupo completo en casa.

¿Cómo abordar el componente emocional de la obesidad?

Es necesario mostrar que el ser una persona con un peso mayor no hace menos a nadie, el valor es intrínseco a cada individuo; puesto eso como base podemos realizar un proceso de educación nutricional consciente, donde se aprende a escuchar las señales corporales que nos llevan a comer y a ignorar los impulsos de comportamiento que pretenden encontrar gratificación por medio de la comida.

¿Cómo hacer de la nutrición una herramienta para la salud y el bienestar en lugar de centrarse exclusivamente en la pérdida de peso?

A pesar de que la obesidad ha pasado de ser una característica corporal a una enfermedad en toda regla, es necesario abordar la misma por medio de un enfoque no pesocentrista, este enfoque establece como meta la adopción de estilos de vida saludables como: práctica de ejercicio, higiene del sueño, alimentación saludable y consciente, control del estrés, y el consumo de agua pura; evitando así centrar como meta una cantidad de libras perdidas como fin máximo, haciendo énfasis a que un cambio de estilo de vida ayudará a ganar la salud y perder peso a un ritmo particular en cada caso.

Es importante reconocer que en nuestros órganos la obesidad puede generar múltiples daños, pero también, es vital comprender que para poder luchar efectivamente contra ella debemos ver los diferentes ámbitos que la desencadenan, y así tener un enfoque completo que nos llevará a un futuro más saludable y con bienestar.