Nutrición consciente: alimentando en armonía tu cuerpo y mente.

La alimentación consciente es también conocida como “Mindful Eating” y nos enseña a comer sin dietas estrictas, se trata de mantener una relación sana con la comida, con el fin de dedicar los cinco sentidos y disfrutar al máximo de los alimentos. Tiene su origen en el mindfulness, que se traduce en conciencia plena, modernizada en América por el Dr. Jon Kabat-Zinn de Massachusetts, pero las bases de la nutrición consciente datan de muchos siglos atrás y se remontan a una de las poblaciones más longevas de todo el mundo; nos trasladamos hacia el lejano Oriente, a las regiones budistas al norte de La India, donde el Dalai Lama, el jefe del budismo tibetano, tiene su base. Un modelo de vida que ha trascendido hasta una de las comunidades más famosas en Japón, y nos referimos a Okinawa, región designada como una comunidad modelo de vida, en un estudio desarrollado en los datos de las “Blue Zones” realizados por Dan Buettner junto con National Geographic. Las zonas azules son áreas del mundo donde las personas tienen larga vida, llegando constantemente a los 100 años y con buena salud.

Por tanto, como vemos por su historia y trascendencia, la alimentación consciente no es difícil ni mucho menos alejada de nuestra realidad ancestral, es un método integral que repercute en la salud física, mental y emocional; es la forma perfecta para construirse y nutrirse en todos los aspectos humanos, reconociendo que no solo es la acción de comer, sino también, de seleccionar buenos alimentos, estar atentos a cuándo, cómo, cuánto y por qué los consumes.

Te invito a hacerte las siguientes preguntas, ¿alguna vez te has puesto a pensar en cómo comes?, mientras comes, ¿entras en sintonía con las señales de tu cuerpo?, ¿te sientes libre de elegir cuándo empezar y cuándo terminar de comer?

Distinguir entre el hambre y la saciedad mientras comes solo se consigue cuando pones atención plena y te enfocas en las sensaciones de tu cuerpo, en definitiva, la alimentación consciente está lejos de ser un método restrictivo; se trata de la adopción de pequeños hábitos atómicos que te transforman y mejoran la relación contigo mismo en todos los niveles.

Muy bien, después de conocer las bases del “Mindful Eating”, pongamos en práctica los inocentes principios de este método, y sí, leíste bien, son inocentes porque me parecen tan esenciales y básicos, que los hemos pasado por alto en un mundo codificado a la automatización de las acciones humanas.

7 PILARES DE LA ALIMENTACIÓN CONSCIENTE.

1.  Hari Hachi Bu.

Es un dicho que proviene de las enseñanzas de Confucio y significa “estómago hasta el 80%” o “come hasta que estés al 80%” lleno. Simplemente se trata de no comer hasta reventar. Ser capaces de saciarnos con el 80% de alimentos no solo nos mantiene en forma, también mejora nuestro perfil hormonal y mejora nuestra respuesta al estrés.

2.  No comas sin hambre.

Evita comer porque estás aburrido, enojado, solo o estresado. Primero resuelve estos problemas, busca otra actividad, llama a un amigo o ponte a caminar, escucha música, lee un buen libro.

Antes de comer, adquiere el hábito de tomar un vaso con agua, además de saciarte calma la ansiedad, y es que muchas veces no sabemos distinguir la sed del hambre, y terminamos comiendo cuando lo que el cuerpo necesitaba era hidratarse con un buen vaso con agua.

3.  Come sin distracciones.

Desconéctate de la tecnología y entra en conexión con tu presente, come sentado y en lo que puedas busca un lugar tranquilo y agradable para asegurar una experiencia placentera, porque de eso trata comer, del placer de disfrutar los alimentos correctos.

4.  Saborea cada bocado.

No es lo mismo el primer bocado que el quinto, o el décimo bocado, pon atención del sabor y cómo va cambiando conforme vas comiendo, llegarás al punto donde ya no percibes ningún sabor, y cuando lo alcances, ¡felicidades!, ha llegado al momento de dejar de comer.

5.  Ikigai y hambre emocional.

Distinguir la causa del hambre física es fácil: el cuerpo necesita la energía que proporcionan los alimentos para mantenerse en funcionamiento. Por el contrario, el hambre emocional busca llenar un vacío emocional, normalmente generado por la ansiedad o el estrés. El hambre física responde a la necesidad imperante de alimentarse, como, por ejemplo; cuando sientas la necesidad de comer, pregúntate, ¿quiero una manzana?, si la respuesta es no, se trata de hambre emocional, y esta no se llena con comida; la puedes saciar con un abrazo, con la compañía de un ser querido, incluso con actos de bondad y altruismo. Con base en otro principio japonés, el “Ikigai”, es vivir con un propósito.

6.  Muévete.

Se trata de hacer la actividad física que más te apasione, es la clave, busca tu pasión y disfruta haciéndola por lo menos 30 minutos diarios, puede ser caminar, andar en bicicleta, bailar, nadar, lo importante es que te muevas; el cuerpo humano no está hecho para el sedentarismo, siempre que puedas muévete, sube y baja las escaleras, evita el ascensor, parquea tu automóvil lejos de la entrada, bájate una parada antes del autobús.

7.  Aprecia el valor de los alimentos.

Es necesario valorar diariamente cada alimento, el despilfarro es un problema característico de las sociedades desarrolladas, que cada año provoca la pérdida de miles de toneladas de alimentos. La responsabilidad del despilfarro alimentario está repartida entre todos los actores de la cadena de abastecimiento: desde los productores a los consumidores, pasando por los distribuidores, comercializadores y restauradores.

Cuando aprecias el origen de los alimentos, desde la persona que lo sembró, el que lo transportó, el que lo vendió y muchos más, todos ellos trabajan por el hecho de que esos alimentos que adquieres, lo consumas y no lo eches a perder, como comúnmente sucede con las frutas y verduras.

Este sentido de respeto y aprecio provoca un sentido de consciencia que suma a la sostenibilidad ambiental y contribuye a la huella verde, que tanta falta hace para salvar nuestro planeta y de alguna forma frenar el cambio climático que año tras años va dejando mayores estragos en el mundo.

BENEFICIOS DEL “MINDFUL EATING”.

Los beneficios son múltiples, entre los que destacan:

  • Adquisición de buenos hábitos saludables.
  • Control de peso.
  • Respeto y conciencia ambiental.
  • Disfrute pleno de los alimentos.
  • Evita el despilfarro de alimentos y guarda la economía del hogar.
  • Prevención de enfermedades crónico-degenerativas.
  • Promueva la salud mental.

En conclusión, como vemos si es posible y factible, aunque parezca sorprendente, aplicar los principios de la nutrición consciente a la hora de la comida; potenciando la atención y la intención a la experiencia positiva de la alimentación, pues permite mantener un peso controlado y adecuado, así como una salud integral y más equilibrada. Después de todo, ¿te animarías a practicar la alimentación consciente?, inténtalo, te aseguro que evolucionarás hacia un nivel de vida plena.