¿Por qué no bajo de peso?
La pregunta que encabeza el tema de esta entrega, en la mayoría de los casos está ligada a desesperación y desánimo, además de ser precedido de un intento más por cumplir una meta por conseguir salud, cambio de imagen, inicio de un plan de actividad física o un nuevo reto que quizá no ha sido el único en nuestra historia previa; se vienen a nuestra mente otras preguntas como: ¿vale la pena?, o frases como: los delgados están contados, mi cuerpo no funciona por una enfermedad y por eso no lo logro; lo real es que nuevamente “fracasamos” en el intento de perder peso.
Sobrepeso y obesidad, ¿calificativo o enfermedad?
El sobrepeso y obesidad son factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares y metabólicas, es importante reconocer también que por sí mismas son enfermedades que pueden tener desenlace mortal y por ello su tratamiento es crónico (debe ser llevado siempre por quien la padece); esto indica que podemos pasar de pensar que llevar un plan de alimentación y ejercicio no es una moda sino un tratamiento a una enfermedad o incluso un síndrome con diversas repercusiones para el cual se puede usar medidas farmacológicas (pastillas, inyecciones, cirugía, etc.) o no farmacológicas (reducción de las calorías de y tipo de calorías de consumo, aumentó en quema de calorías por medio de la actividad física) dependiendo de la gravedad del cuadro y las características propias del individuo, recordando que no es el punto básico la enfermedad sino quien la padece.
¿Cuál es la clave del peso saludable?
Cuando hablamos de peso saludable o ideal, nos referimos a un peso que está en equilibrio con todas las funciones corporales y que nos aleja de enfermedades por déficit o por exceso. Mantenerlo es el resultado de una ecuación aparentemente sencilla que relaciona entradas y salidas, así como un presupuesto financiero, pero en este caso para el cuerpo, hablamos de calorías a las cuales también llamaremos energía dado que son ellas las que brindan el combustible para las actividades, ya sea que se usen las que comemos al instante o las que se encuentran ya almacenadas. La clave sería:
- Para mantener el peso: la cantidad de calorías que consumimos en la dieta deben ser iguales a las que utilizamos o gastamos cuando hacemos ejercicio.
- Para ganar peso: la cantidad de calorías que consumimos en la dieta deben ser mayores a las que gastamos por medio de la actividad física.
- Para perder peso: la cantidad de calorías que consumimos deben ser menores a las que gastamos por medio de la actividad física.
¿Cuáles son o cuál es la razón por la que no bajo de peso?
Podríamos decir que es una causa con múltiples posibilidades describiendo, según la ecuación anterior, no perdemos peso porque consumimos más energía de la que gastamos en las actividades diarias, en pocas palabras: comemos más de lo que nos ejercitamos; muchos podemos pensar: “yo como muy poco” entonces la pregunta es: ¿Qué tan poco me muevo?
En mayo de 2004 la IOFT (International Obesity Task Force) de la OMS subrayó diversos factores emergentes que detonan una mayor prevalencia del sobrepeso y obesidad:
- El incremento del uso de transporte motorizado a las escuelas o al trabajo.
- La reducción de las oportunidades para realizar actividad física en el tiempo de ocio.
- El aumento del ocio sedentario.
- La existencia de múltiples canales de televisión en todas las franjas horarias.
- La mayor variedad y cantidad de alimentos disponibles con alto contenido calórico.
- El incremento de los niveles de promoción y comercialización de alimentos con alto contenido energético.
- El aumento de las oportunidades de comprar alimentos.
- El incremento del uso de restaurantes y tiendas de comida rápida.
- El mayor tamaño de las raciones que ofrecen un “valor” mejor por su dinero.
- El aumento de la frecuencia de las ocasiones para comer.
- El incremento de los refrescos en sustitución del agua.
En resumen tenemos un ambiente catalogable como ambiente obesogénico ya que facilita el consumo de altas cantidades de calorías y la poca utilización de las mismas.
Ir contra la corriente, ¿cómo gastar más que guardar?
Vamos a reconocer otra clasificación, esta será la que nos permitirá ubicar donde nos encontramos y hacia donde debemos ir en relación a la quema de calorías, citando a la Guía para la Prescripción de Actividad Física en Pacientes con Riesgo Cardiovascular es posible reconocer según la cantidad de pasos que una persona da al día el nivel de sedentarismo que este individuo padece y decir que:
- Una persona es “sedentaria” cuando el número de pasos es menor a 5 000 pasos/día.
- Una persona “poco activa” da entre 5 000 y 7 499 pasos/día.
- Una persona es “algo activa” cuando da entre 7 500 y 10 000 pasos/día.
- Entre 10 000 y 12 500 se considera una persona como “activa”.
- Más de 12 500 pasos se considera a una persona “altamente activa”.
El ejercicio de conteo de pasos es fácil de realizar con ayuda de su teléfono inteligente por medio de la descarga de aplicación llamada Podómetro, en este punto el dispositivo es capaz de contabilizar la cantidad de pasos en un día y si ya se realiza actividad física, también debe medirse en esos momentos. Si al inicio la clasificación en la que se esta es baja, la recomendación es aumentar en 2 000 pasos por vez el total de pasos, esta recomendación va de la mano con la práctica de 150 minutos de actividad física por semana divididos en 5 sesiones.
Lo siguiente será ajustar la cantidad y calidad de alimentos de la dieta diaria al ejercicio que se está haciendo según la meta personal, un profesional en nutrición puede apoyarle en ese punto y así el balance entre calorías quemadas y calorías consumidas estará hecho.
Recuerde que perder peso es un tratamiento médico y no una moda transitoria, los esfuerzos hechos en la vía adecuada nunca serán una pérdida de tiempo sino más bien una inversión.