“Tu tiempo es hoy”.

Dicen que el exceso de pasado se llama depresión y el exceso de futuro se llama ansiedad.

Los seres humanos, en especial en esta era moderna llena de tecnología, tendemos a anclarnos en el pasado, lo rumiamos y lo volvemos a sufrir. O nos preocupamos por el futuro que no existe y no sabemos si llegará.

Esta manera de vivir nos lleva a crear sufrimientos innecesarios, el pasado ya fue y no podemos cambiarlo, y el futuro no ha llegado y no debemos sufrirlo. 

¡Si vivimos así nos perdemos el presente!, perdiéndonos el presente nuestras decisiones no pueden ser las mejores porque están empañadas por nuestros dolores del pasado y los temores del futuro. O retrasamos las decisiones porque “todavía no es el momento”, el no tomar la decisión a tiempo puede traer consecuencias que no son buenas.

 Si aprendiéramos a vivir y disfrutar el presente nuestras decisiones serían las mejores.

Hay una frase muy conocida con la que no estoy de acuerdo: “todo tiempo pasado fue mejor”, si creo eso estoy borrando la esperanza, y vivir sin esperanza no es vida.

El tiempo de permanencia en la vida tiene un nombre, ¡se llama edad!; lógicamente si tengo más edad he vivido más, a más edad más vida. Pero no se trata solo de sumar tiempo, se trata de vivirlo con calidad; y eso depende, en mucho, de cómo decida vivir cada uno.

Cierto que una de las consecuencias de vivir más, de tener más edad, es algún deterioro del cuerpo, por uso, igual que una máquina, y nuestro cuerpo es una máquina de vida que hay que ponerle el mejor combustible con la alimentación, engrasarla con ejercicio y pulirla con pensamientos positivos.

Alguien podría preguntar: ¿y cómo tener pensamientos positivos si estoy enfermo?, ¿cómo si tengo tantos problemas?, y, ¿por qué no tenerlos?, ¿qué utilidad tiene pensar negativamente?, ser pesimista, ver siempre el lado oscuro, ¡ninguna! No sirve de nada estresarse. Si tenemos problemas nos ocuparemos de ellos, podemos preocuparnos, pero no estresarnos.

Piense en algún problema que haya tenido, que se resolvió y le provocó estrés. Ahora, piense muy sinceramente, si no se hubiera estresado, ¿hubiera resuelto el problema?, ¿con menos esfuerzo y sufrimiento?, ¿en menor tiempo?; seguramente que la respuesta es sí, lo que demuestra que el estrés no es útil pues nos distrae la mente, provoca sufrimiento nos hace perder energía y paz, y contagiamos a los que nos rodean. El estrés viene del exceso de pasado y exceso de futuro.

El mejor tiempo es hoy, y, ¡debemos vivirlo a plenitud! 

Vivimos en un eterno presente, hoy es el día, ¡hoy es cuando tenemos la mejor edad!; la edad de trabajar, la edad de estudiar, la edad de hacer deporte, la edad de enamorarse, la edad de ser padres, la edad de ser abuelos, la edad de jubilarse, la edad de afrontar la enfermedad con optimismo y con la ayuda idónea, la edad de, ¡tomar decisiones!

Los seres humanos estamos en constante cambio, es decir en permanente adaptación y eso nos lleva a la aventura de vivir. La vida es una aventura, un reto, y los retos son para superarlos.

Los científicos demuestran que la actitud positiva genera sustancias en nuestros cuerpos que nos mantienen saludables o nos ayudan a recuperar la salud, como las endorfinas (analgésicas, antiinflamatorias, euforizantes), la serotonina (la hormona de la felicidad), la dopamina (la hormona del placer); ellas y otras más provocan beneficios en el cuerpo, como en la presión arterial, el sistema digestivo, el sistema respiratorio, el sistema endócrino y el sistema inmunológico.

Al ver las cosas objetivamente, si padecemos de alguna enfermedad, tenemos una gran oportunidad para enfrentarla: con pensamientos positivos que inciden en mi cuerpo para que optimice el metabolismo, y la ciencia médica para que nos guíe e indique el tratamiento a seguir.

Tu tiempo es hoy, mi tiempo es hoy, no fue ayer, es hoy. En las Sagradas Escrituras nos lo dice: Lucas 9:62, “Pero Jesús le dijo: Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios”.

Pues si dirige la mirada hacia atrás para ver los surcos torcidos, los nuevos surcos serán más torcidos. Así que con los pies y el pensamiento en el presente podemos hacer surcos rectos para sembrar esperanza en nuestra vida.

Hace un tiempo conocí esta oración, que encierra todo lo que he intentado transmitir en este escrito: “Mi pasado Señor, lo confío a tu misericordia, el presente a tu amor, mi futuro a tu providencia; entre tus manos está mi vida Señor”. (Padre Pío).

Tenemos del grandioso regalo de la vida, no lo echemos a perder rumiando el pasado ni apresurando el futuro.

¡La vida es aquí y ahora!

Cada nuevo día es una nueva oportunidad de crecer, no importa la edad que se tenga o las circunstancias que nos rodeen.

Lise Meitner, científica judía, durante la invasión nazi, en un laboratorio improvisado en un sótano, que era su escondite, descubrió la “fisión nuclear”, aporte importante para la ciencia.

Jhon “Grizzly” Adams, “el hombre de la montaña”. En 1850 le fue diagnosticada una enfermedad incurable que provocaba sangramientos pulmonares, decepcionado huye a las montañas para morir solo. En su viaje mortal descubre el bosque de secoyas (árboles gigantes) en California y se enfrasca en una misión imposible contra grandes intereses comerciales, y por fin consigue que el gobierno declare una ley para la protección del bosque, así nace el Parque Nacional Yosemite.

Ludwin van Beethoven, el gran compositor era sordo.

¿Qué tienen en común estos personajes históricos? ¡Vivieron el presente!

Por eso aloja en tu cabeza y en tu corazón que, ¡tu tiempo es hoy!

“Si estás atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces, serás siempre nuevo”.