¡Es muy caro estar saludable!

“Si crees que la salud es cara es porque no has calculado los costos de la enfermedad”.

Sin duda esta oración nos trae a la paradoja de sopesar la inversión de nuestros recursos en estar bien o gastarlos para solventar un problema. Es decir, situarnos entre la prevención o la corrección. 

Estoy seguro que en el supuesto de que si alguno de nosotros construyera un puente para pasar sobre un cañón buscaríamos hacerlo de la mejor manera a fin de tener la seguridad y confianza que al momento de cruzar hacia el otro lado, no nos caeremos al abismo. No escatimaríamos en la seguridad durante la construcción pues de ello dependería nuestra vida.

Sin embargo, la realidad es que cuando se trata de velar por nuestra salud a veces no somos conscientes de lo que esto representa ni del fuerte impacto que “una mala calidad de vida” y la falta de prevención tiene en todos nuestros ámbitos, sin excepción.

Revisemos el impacto que la falta de salud funcional tiene en algunos de estos aspectos.

Ámbito económico, familiar y global.

Las enfermedades crónicas son de larga duración y de lenta evolución y están generando uno de los mayores problemas de salud pública que hay en el mundo.

Gastos médicos: las personas con enfermedades crónicas a menudo enfrentan costos significativos debido a consultas médicas, medicamentos, tratamientos y posiblemente hospitalizaciones, lo que puede afectar la estabilidad financiera.

Según la Organización Mundial de la Salud, un hogar en países de ingresos bajos y medios, por ejemplo, es vulnerable de destinar hasta 20% de sus ingresos para atender enfermedades cardiovasculares.

Ámbito laboral:

  • Falta de productividad: la enfermedad crónica puede causar fatiga, dolor o molestias que dificultan el rendimiento óptimo en el trabajo, lo que podría llevar a una disminución de la productividad.
  • Absentismo: las visitas frecuentes al médico, tratamientos y síntomas impredecibles pueden llevar a faltar al trabajo con regularidad, lo que afecta la asistencia y la continuidad laboral.

Los costes indirectos de una mala salud (por ejemplo, ausentismo, discapacidad) pueden ser dos o tres veces mayor que el costo médico directo.

Ámbito afectivo familiar:

  • Estrés familiar: la preocupación constante por la salud del ser querido con una enfermedad crónica puede generar un alto nivel de estrés en la familia, afectando las relaciones y la dinámica familiar.
  • Cambio en roles: dependiendo de la gravedad de la enfermedad, los roles familiares pueden cambiar. Por ejemplo, un miembro joven de la familia podría tener que asumir más responsabilidades de cuidado.
  • Dificultades emocionales: “La enorme carga emocional que suele traer consigo el cuidado del paciente enfermo puede tener consecuencias graves para el miembro cuidador, tales como: depresión, soledad, estrés crónico, descuido, exacerbación de problemas de salud, etc. (síndrome del cuidador)”.

Ámbito desarrollo personal:

  • Limitación de actividades: la enfermedad crónica puede limitar la capacidad de participar en actividades sociales, deportivas o de ocio, lo que podría afectar el desarrollo personal y la exploración de intereses.
  • Autoestima y confianza: la lucha constante contra los síntomas y limitaciones de la enfermedad puede impactar la autoestima y la confianza en uno mismo.
  • Metas y logros postergados: las limitaciones impuestas por la enfermedad pueden hacer que las metas personales o profesionales se pospongan o se modifiquen, lo que puede generar frustración.

Como podemos identificar, son muchos y cuantiosos los impactos negativos que las enfermedades, en este caso crónicas, tienen en las familias. Es imperativo comprender que la inversión en salud no se debe referir únicamente a control o rehabilitación de la enfermedad sino en mantener un estilo de vida que prevenga caer en situaciones de enfermedad.

Es importante recalcar que si aumenta la enfermedad también lo hace el gasto.

“En un futuro cercano, se prevé que los gastos en salud seguirán escalando, impulsados por factores como el envejecimiento de la población y la creciente incidencia de enfermedades crónicas.

El gasto de bolsillo ascendió al 64% y al 52% en Venezuela y Guatemala, respectivamente, y solo cuatro países se sitúan en o por debajo del límite recomendado (Colombia, Suriname, Uruguay y Cuba).

Esto significa que en El Salvador el gasto por enfermedades en los hogares salvadoreños también ha aumentado en los últimos años y no se prevé que disminuya en el corto plazo.

Revisemos un ejemplo del gasto farmacológico promedio de un paciente diabético.

CondiciónPrescripciónCosto mensual
Paciente diabético.2 tipos de medicamentos.$57.00
Padece hipertensión (entre el 30% y 40% de los pacientes con diabetes son hipertensos).2 tipos de medicamentos.$45.00
Paciente con dislipidemia (alteración en los niveles de grasas en sangre).1 tipo de medicamento.$72.00
Paciente con problemas gástricos (5 de cada 10 pacientes diabéticos sufren de problemas gástricos).1 tipo de medicamento.$64.00
Total de gastos mensuales en tratamiento farmacológico de un paciente diabético.$238.00

Ahora comparemos ese gasto mensual con otras variables de referencia en El Salvador.

Gastos mensuales en tratamiento farmacológico de un paciente diabético.Salario mínimo mensual.Canasta básica alimentaria urbana.Salario que se puede obtener en el área industrial.
$238.00$365.00$251.00$900.00

Con esta comparación es claro el gran impacto financiero que las enfermedades crónicas no transmisibles tienen en las familias. En el mejor de los casos, según el ejemplo, el gasto representa el 26% del ingreso bruto.

Claramente podemos decir que, invertir en estar saludable será más barato que gastar en controlar una enfermedad. Sin embargo, si ya tienes la enfermedad es importante que sepas que puedes disminuir este gasto siempre y cuando te comprometas a cumplir lo indicado por los profesionales médicos que te asisten.

Entonces, ¿cómo invertir en prevención?

  1. Programas de detección precoz: realiza chequeos médicos regulares y pruebas de detección recomendadas para identificar problemas de salud en sus etapas tempranas cuando son más fáciles de tratar.
  1. Mantén una dieta equilibrada: consumir alimentos saludables y equilibrados puede ayudar a prevenir enfermedades crónicas. Reduce el consumo de alimentos procesados, azúcares y grasas saturadas, y aumenta la ingesta de frutas, verduras y alimentos ricos en fibra.
  1. Fomenta la actividad física: realizar ejercicio regularmente es fundamental para mantener la salud. Establece un horario para la actividad física en familia, como caminar, nadar o practicar deportes juntos.
  1. Evita el tabaco y el alcohol: fomenta un ambiente libre de tabaco y alcohol en casa. Estos hábitos aumentan el riesgo de muchas enfermedades y pueden resultar costosos.
  1. Prioriza el sueño: el sueño de calidad es esencial para la salud. Establece rutinas de sueño regulares y asegúrate de que todos los miembros de la familia obtengan suficiente descanso.
  1. Mantén las vacunas al día: las vacunas son una forma efectiva de prevenir enfermedades infecciosas. Asegúrate de que todos los miembros de la familia estén al día con sus vacunas recomendadas.
  1. Lava las manos regularmente: la higiene adecuada de las manos es fundamental para prevenir enfermedades infecciosas. Enséñales a los niños a lavarse las manos de manera adecuada.
  1. Fomenta el manejo del estrés: el estrés crónico puede contribuir a enfermedades. Promueve estrategias de manejo del estrés como la meditación, el yoga o simplemente hablar sobre los sentimientos.
  1. Educa sobre salud: asegúrate de que todos en la familia comprendan la importancia de un estilo de vida saludable y estén informados sobre las medidas preventivas específicas para su salud.

Recuerda que la decisión de invertir en salud o gastar en enfermedad está en tus manos.

¡Haz tu parte!