Vida sexual saludable en la juventud.

¿Cómo lograrla?

Juan, de 15 años, estudiante, fue sorprendido durante una clase enviando a sus compañeros, imágenes obscenas, con clara connotación sexual. Frida, una madre de 24 años, manifiesta que, en su primera relación sexual, a pesar que no sufrió una situación de violencia, dejó un mal sabor, expresando sentimientos de haber entregado algo valioso y que no recuerda si vivió situaciones placenteras. Gerardo, de 19 años, trabaja en un call center y no logra establecer una relación sentimental, por temor a las relaciones sexo coitales.

Las vivencias de los tres jóvenes se entrelazan por un elemento muy frecuente: limitada o falta de conocimiento sobre la sexualidad humana. Los casos de Juan, Frida y Gerardo, son tan solo ejemplos de un fenómeno que prevalece en países y regiones en donde la educación integral de la sexualidad (EIS) no se desarrolla de manera sistemática, algo que genera preocupación entre expertos clínicos, educativos y tomadores de decisión en instituciones que proporcionan servicios para adolescentes y jóvenes.

En El Salvador, la población adolescente y joven de 10 a 25 años, representa el 26% de la población total del país[1]. Dato similar ocurre en los países de Latinoamérica, contando con la mayor proporción de personas que transitan la adolescencia y la juventud, y que dentro de las familias en donde se desarrollan, han visto reducida la oportunidad de conversar y discutir asuntos de la vida personal, entre ellas la sexualidad humana.


[1] DIGESTYC. Encuesta de hogares de propósitos múltiples, año 2021.

Las investigaciones en salud sexual y reproductiva (SSR), en el contexto de la salud y educación, se han centrado en los comportamientos sexuales riesgosos, definidos de diversas maneras como las prácticas sexuales sin protección, relaciones sexuales con parejas casuales o desconocidas, el uso de drogas intravenosas en las relaciones y la edad temprana de inicio de vida sexual, entre otros.

En este tipo de comportamientos puede influir el grado de información, prejuicios o ideas erróneas, modelos de crianza, falta de comunicación familiar, restricciones sociales, culturales, religiosas, morales y legales; poca preocupación por su salud y estilos de vida principalmente[1]. Asimismo, se han mencionado modelos para analizar los comportamientos sexuales riesgosos y los factores de riesgo asociados, centrados principalmente en la toma de decisiones. En estos se incluyen aspectos como la edad, el sexo, y la educación; factores intrapersonales como actitudes y personalidad; y factores situacionales tales como el uso de sustancias antes del acto sexual[2].


[1] Fenton KA, Johnson AM, McManus S, Erens B. Measuring sexual behaviour: Methodological challenges in survey research. Sexually Transmitted Infections. 2001;77(2):84-92

[2] Johansson M. Sexual behaviour in the general young population – factors associated with sexual risk behaviour Marianne Johansson Jørgensen. 2014.

En cuanto al factor edad, se ha identificado que los adolescentes y adultos jóvenes son los que tienden a participar más frecuentemente, en actividades sexuales riesgosas. La población adolescente es especialmente considerada de gran importancia en SSR, pues se instituye socialmente como la etapa del ciclo vital de inicio de relaciones más abiertas, en correspondencia con los cambios físicos y mentales.

Entre las consecuencias derivadas de conductas o comportamientos sexuales de riesgo se encuentran los embarazos no planeados, infecciones de transmisión sexual (ITS), suicidios, abortos, violencia sexual, afectaciones académicas y laborales. En la población adolescente y joven, estas consecuencias merecen especial atención, sobre todo en el ciclo de su educación, en el que generalmente los embarazos no son planificados; conllevando a abortos clandestinos, en el abandono de la mujer o del hijo, configurando así el problema social de la madre soltera; en otros casos ITS que afectan la salud e integridad de las personas, estos aspectos generalmente conducen a la deserción académica.

En El Salvador, los datos del sistema de información en línea del Ministerio de Salud, indican una prevalencia importante de casos de ITS, VIH, embarazo, violencia sexual que afecta principalmente a adolescentes y jóvenes, entre otros; y dada la importancia estas condiciones y el alto costo que genera en los servicios de salud del país, por el mayor número de complicaciones, muertes y consumo de recursos superior a la población general; gastos dados principalmente por la compra de medicamentos, gastos de hospitalización y de atención ambulatoria, pruebas de diagnóstico y seguimiento, se hacen necesarias intervenciones en todos los niveles .

De acuerdo a la UNESCO, en su artículo “Por qué es importante la educación integral de la sexualidad” plantea que, la EIS es un proceso de enseñanza y aprendizaje basado en planes de estudios que versa sobre los aspectos cognitivos, psicológicos, físicos y sociales de la sexualidad. Su propósito es dotar a niñas, niños y adolescentes de conocimientos basados en datos científicos, habilidades, actitudes y valores que los empoderarán para disfrutar de salud, bienestar y dignidad; entablar relaciones sociales y sexuales basadas en el respeto; analizar cómo sus decisiones afectan su propio bienestar y el de otras personas; y comprender cómo proteger sus derechos a lo largo de su vida y velar por ellos.

En la actualidad, adolescentes y jóvenes, han aumentado la demanda de información confiable que les prepare para llevar una vida segura, productiva y satisfactoria. Correctamente enseñada, la EIS responde a esta demanda, empoderándoles para que tomen decisiones fundamentadas en lo que respecta a las relaciones y la sexualidad; ayudándolos a desenvolverse en un mundo donde la violencia y las desigualdades basadas en el género; los embarazos no planificados y no deseados, y el VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS) continúan planteando graves riesgos para su salud y bienestar.

Por tanto, la EIS desempeña un papel esencial en la salud y el bienestar de los niños y jóvenes. Desarrollar intervenciones con una educación basada en derechos humanos, en la igualdad de género, el afecto, la reproducción, el comportamiento sexual de riesgo y la prevención de enfermedades desde una perspectiva positiva, pone de relieve valores tales como el respeto, la inclusión, la no discriminación, la igualdad, la empatía, la responsabilidad y la reciprocidad .

Como tomadores de decisiones, como científicos, como profesionales de salud, educación, justicia, como parte del estado, como integrantes de las familias salvadoreñas, tenemos el desafío de dotar a las personas adolescentes y jóvenes de los conocimientos y las habilidades que necesitan para tomar decisiones responsables con sus vidas.

Es tiempo de actuar y acompañar.

Dr. Mario Ernesto Soriano Lima.
Médico, postgrados en Salud y Desarrollo de adolescentes, Salud Sexual y Reproductiva.