Adopción de un estilo de vida saludable.

Hola, soy Fátima Montenegro, tengo 24 años y actualmente soy estudiante de séptimo año de doctorado en Medicina en la Universidad de El Salvador; es un placer compartir mi historia con ustedes. 

Estudié en el colegio Liceo Salvadoreño desde 2004 hasta 2015; me considero una persona que le gusta aprender, profundizar en nuevos tópicos y alguien sobre todo perseverante. Desde pequeña tuve una idea fija sobre lo que quería hacer toda mi vida, lo cual estaba relacionado a la salud. La salud en sí es un concepto que ha ido cambiando a través de la historia, en 1948 la OMS la definió como: “un estado de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad”; lo cual prevalece en la actualidad, ya que es algo de carácter integral, donde están involucrados todos los ámbitos de la vida y para tener salud hay que tener voluntad, voluntad de cambiar y mi historia se trata justamente de eso.

Durante el colegio, específicamente a partir de cuarto grado, había alcanzado un peso no adecuado para mi edad, desde mis 10 años el pediatra refirió que era mejor que estuviese en control nutricional, porque estaba en el peso límite para mi edad. Realmente fue algo que tomé a la ligera, tal vez seguí la dieta por un mes, sentía que comía platos aburridos, monótonos, que no me incitaban a continuar alimentándome de esa forma; así mismo me consideraba activa, en el colegio me gustaba la clase de Educación Física, incluso participaba en los torneos de básquetbol que realizaban entre las secciones de cada grado durante ciertos meses, cada año; y en las vacaciones me metía a cursos de deporte durante un mes, practiqué voleibol y natación. 

Cuando llegué a séptimo grado, a los 13 años, me sentía más consciente de mi cuerpo, de mi peso y de cómo me sentía diferente a mis compañeros; recuerdo un momento en el que estábamos estudiando en matemáticas las medidas de conversión y una de las actividades era pesarnos en una báscula frente a todos, uno por uno, algo que sentí que no podía realizar y mejor decidí pedir permiso en la clase e ir al baño; no quería que nadie supiera cuánto pesaba; durante ese tiempo yo no estaba en ningún tipo de control, ya no iba al pediatra y no sufrí de ninguna afección patológica que ameritara pasar consulta médica o recibir tratamiento. En octavo grado noté que comía de forma más desordenada, incrementé la ingesta de carbohidratos, dulces, bebidas azucaradas y comida en general artificial y poco nutricional; subí de peso, pero, ya se acercaban mis 15 años y me propuse rebajar para una fiesta tan esperada por mí, logré perder unas 20 libras aproximadamente, con dieta, ejercicio y regulada por un nutricionista; lo cual me hizo feliz, porque me sentía muy bien conmigo, posteriormente en los 2 años de bachillerato aumenté más de peso, no hacía ejercicio y subí 35 libras; notaba la diferencia en mis uniformes y me gradué del colegio con un peso inadecuado. 

Luego llegó el momento de iniciar la universidad, nuevos retos, nuevas oportunidades; durante el primer año estaba feliz de conocer nuevas personas, estaba estudiando mi carrera soñada y me iba bien en la vida académica; sin embargo, al llegar a segundo año, el cual es uno de los más cargados de actividades y que verdaderamente pone a prueba la capacidad de disciplina, efectividad de método de estudio y la salud mental, noté un cambio; mis ciclos menstruales se hicieron irregulares, dejé que pasara el primer ciclo y a finales del año 2017 consulté con un médico por ciclos menstruales irregulares, aumento de peso y presencia de estrías rojizas en la sección abdominal; yo genuinamente leía los libros y me auto diagnosticaba con síndrome de Cushing, lo cual generaba un miedo grande en mí; pero en la evaluación encontraron que tenía síndrome de ovario poliquístico; en esa época no conocía tanto la enfermedad ni estaba en un nivel de mi carrera que me permitiese comprender a fondo la complejidad de esta. 

Después del diagnóstico, el plan terapéutico incluía reducción de peso y toma de pastillas anticonceptivas para controlar mi ciclo menstrual; hago énfasis en esta parte porque según guías clínicas ese es el enfoque terapéutico que debe de adoptarse con ese diagnóstico, en efecto mi ciclo se reguló, pero, aumenté de peso, mi estado de ánimo tendía a cambiar de forma brusca y mi tensión arterial se alteró, tenía principios de prehipertensión arterial, lo cual a mis 20 años me provocaba asombro; en los siguientes controles informé sobre los efectos adversos de las pastillas anticonceptivas y retiraron ese medicamento de mi plan, agregando metformina para combatir la resistencia a la insulina; estaba feliz porque sentía que bajaba un poco de peso, sin embargo, no tenía control nutricional, no sabía exactamente qué comer para no engordar; me inscribí en el gimnasio cuando salí de vacaciones de la universidad, pero solo durante 1 mes y no vi cambios, me desanimaba y me frustraba por ello; fue hasta el cuarto año cuando empezamos área clínica y teníamos actividades académicas intrahospitalarias que llevé la materia de Nutrición; hablé con mi madre, quien es la persona que siempre me ha apoyado en cada decisión y consideramos iniciar control de peso con una nutrióloga. 

Al igual que las veces previamente descritas, yo bajaba poco de peso y seguía tomando metformina, al querer exponer mis inquietudes con respecto a SOP (síndrome de ovario poliquístico) no sentía que recibía una respuesta que solventara mis dudas debido a cómo esta enfermedad tiene alto impacto a nivel metabólico. Durante el quinto año de medicina (2020) inició la pandemia por la COVID-19 y debido a la situación suspendí mis controles con nutrición. En los primeros meses comía bastante, pedía comida rápida prácticamente todas las semanas y aunque trataba de hacer ejercicio en casa, no tenía ningún control sobre mi forma de alimentación. Retomé nuevamente el control nutricional pero mi peso no era constante, un mes me iba bien perdiendo peso y al siguiente mes regresaba a mi estado inicial. 

En el 2021, empecé a recibir educación de forma híbrida debido a la necesidad de la práctica clínica y al no estar conforme con mi salud, se lo comenté a mi madre, ella encontró la página del Centro Cardiometabólico en Facebook, y me sugirió agendar una cita; lo cual puedo decir que ha sido de las mejores decisiones de mi vida, desde la primera consulta me he sentido muy apreciada como paciente por cada miembro del equipo, agradezco especialmente al  Dr. Carlos Chávez y González, quien desde la primera consulta, me dio esperanzas de poder bajar de peso y llevar una vida saludable mientras estudiaba mi carrera; me hizo entender a profundidad mi patología, siempre recibo y guardo con mucho cariño cada consejo y recomendación, ya que sé que son consejos que me servirán en todos los ámbitos de mi vida. También agradezco a la Lic. Nubia Guardado quien ha escuchado mis inquietudes y mes con mes elaboró planes nutricionales que me resultaron muy efectivos.

A lo largo de este tiempo he podido bajar 37 libras y llevar un estilo de vida saludable aun durante el internado rotatorio que, aunque no siempre hay mucho tiempo, si lo hay para tomar mejores decisiones en cuanto a salud y estilo de vida. 

Fátima Alcira Montenegro Méndez. Estudiante de doctorado en Medicina.