Cambia, tu cuerpo aún está reaccionando.

Mi historia inicia desde pequeña, siempre he sido una persona robusta y a pesar de ello nunca deje de hacer las cosas que más me apasionan, entre ellas el deporte. A los 4 años inicié con natación y así, poco a poco fue creciendo la pasión por la actividad física; practiqué fútbol, voleibol, remo, entre otros. Todo niño que va creciendo siempre se cree fuerte e invencible y piensa: “estoy en forma, las enfermedades no llegarán”.

Con el tiempo van cambiando tus prioridades y eres más responsable en tu vida, dividiéndola entre el trabajo y la universidad, vas dejando poco a poco el deporte o el ejercicio, pero sigues pensando soy joven y aguanto el ritmo; incluso escuchas las opiniones de muchos adultos mayores “es joven, aguanta”, sí, puede ser verdad, pero nuestro cuerpo tiene límites y no le ponemos atención hasta que este colapsa.

¿Cómo colapsa?, con el cansancio, tanto que llegas al punto que ya no le encuentras gusto a lo que haces (inicia la depresión); ausencias o excesos de periodos menstruales, por el famoso estrés (posiblemente tienes ovarios poliquísticos); hambre constante, lo que comes ya no te sustenta por la ansiedad (inicia el sobrepeso hasta llegar a la obesidad mórbida) y así podemos seguir mencionando más. Llegué a los 27 años y en mi primera crisis me diagnosticaron ovarios poliquísticos e inicié con el tratamiento, con eso logré estabilidad; pero a mis 35 años tuve mi segunda crisis y estando en tratamiento con anticonceptivos me dio una hemorragia, en ese momento decidí ir a una ginecóloga particular porque con lo de la pandemia me daba más temor ir a un establecimiento público de salud;  allí me realizaron exámenes y me lograron controlar la hemorragia y al tener la respuesta de exámenes donde me descartaron cáncer, me refirieron a un endocrinólogo y él me diagnosticó con síndrome metabólico, diabetes mellitus tipo 2 y obesidad.

 Fue para mí un choque emocional, y, a pesar de estar en tratamiento me preguntaba: “¿por qué me está pasando a mí?”, así inicia el sentimiento de culpabilidad. Ese día fue el 14 de octubre del 2021, fecha en que me dieron el diagnóstico, el Dr. me dijo: “ok, estamos en el límite del precipicio, tienes altos todos los niveles y si sigues con esta manera de vivir no habrá vuelta atrás o bien puedes elegir cambiar el rumbo de tu vida”. Decidí hacer un cambio. Me dijo, “perfecto, iniciaremos con un tratamiento correctivo y regresarás en 10 días para tomar de nuevo los exámenes y verificar cómo tu cuerpo reacciona; de igual manera esto debe ir acompañado con una dieta con la nutricionista”. Inicié con la esperanza de poder revertir mis niveles, pasaron los 10 días y me realizaron los nuevos exámenes y con esa ansiedad de saber, ¿qué pasará?, ¿podré hacerlo?, ¿lo voy a poder lograr?, esperé quizá una hora, pero para mí fue la hora más larga de mi vida. Pasé a la consulta y el Dr. me dijo: “te felicito, hemos logrado bajar todos los niveles al 50% de como estabas, aún están altos, pero es buena noticia porque significa que tu cuerpo aún está reaccionando.” 

Es un proceso largo de altas y bajas, al inicio cuesta como todo en la vida, lo importante es que quieras cambiar tu estilo de vida. A la fecha llevo 7 meses desde que inicié el 14 de octubre y logré bajar los niveles que tenía altos a la normalidad, aún me falta llegar a niveles normales en algunos exámenes, voy despacio, pero con paso seguro. El medicamento junto a las comidas balanceadas ayuda a ir generando una disciplina al cuerpo; con el tiempo he ido agregando ejercicios como caminar, eso me ha ayudado mucho, ya que hasta sientes más energía y notas los cambios en tu cuerpo. Una de las cosas que más ayuda al iniciar este proceso de diagnóstico es no ver al medicamento como la única solución, no, el medicamento es una ayuda que necesita el cuerpo para estabilizarse; además, piensa en que las cosas dulces en realidad no tienen nada de dulce porque nos lleva a límites que no tienen vuelta atrás. 

No veas la salud como un gasto, eso nos pasa, en realidad es una inversión para alargar nuestras vidas con una mejor calidad. Los invito a que se hagan sus chequeos médicos con frecuencia para que el día de mañana no tengamos ese sentimiento de culpa, no debemos llorar por la leche derramada, mejor actuemos con prontitud, responsabilidad y dedicación. Pon tu salud de prioridad, así como le damos mantenimiento a nuestro vehículo, nuestro cuerpo necesita el mismo o incluso más cuidados de calidad. Recuerda, ¡no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy!

Tatiana del Carmen Rivera Martínez.

Logística en Turismo.