Mi vida con diabetes, a los 16 años.

La diabetes, una enfermedad que llegó a cambiar mi estilo de vida a los 16 años, de una manera que realmente no me esperaba, yo solo era un joven que iniciaba su primer año de bachillerato.

Cuando se me diagnosticó prediabetes, a los 15 años, no le tomé tanta importancia, pues dije, “estoy joven y no creo que me haga diabético”; al pasar un año regresé a mi chequeo médico, mi nivel de glucosa estaba por las nubes, lo cual confirmaba el diagnóstico de diabetes mellitus tipo 2; en ese momento no tuve palabras para expresar lo que sentía, no asimilaba lo que estaba pasando; pues para mí era algo nuevo y extraño porque no me sentía mal, aunque, yo pensaba que el hecho de sentir demasiado sueño después de comer era muy normal, pero no lo era.

Al llegar a casa después de esa consulta me puse a llorar, porque lastimosamente mi familia y yo, no teníamos la suficiente información sobre lo que es la diabetes; siendo honesto cuando uno escucha que tiene diabetes lo primero que piensa es en sangre azucarada; imaginaba que sí me hería, mis heridas no iban a sanar; que sí me lastimaba el pie, me lo cortarían; que era indispensable inyectarme insulina todos los días y que iba a morir muy pronto, todo debido al poco conocimiento que tenía.

Recuerdo muy bien que mi madre se acercó y me dijo que no siguiera estudiando bachillerato, porque ya me iba a morir. En ese momento yo estaba demasiado triste sin saber qué hacer o pensar, y mi familia tampoco, nuestras conjeturas se basaban en lo que decían otras personas, que al igual que nosotros no estaban bien informadas.

A la semana siguiente, hablé con mi médico y le comenté lo que estaba pasando. Aprovecho para expresar que, le doy gracias a Dios por poner en mi camino a grandes personas como lo es el Dr. Carlos Chávez y González, fue él quien nos explicó lo que en realidad es tener diabetes, el proceso y los cuidados; me ayudó a entender junto a mi familia que mi vida no estaba acabada, que tenía mucha vida por delante; y que a diferencia de los demás la buena alimentación, hacer ejercicio y tomar mis medicamentos es obligatorio. Que yo no iba a terminar con el pie amputado o que solo me iba a tomar un par de años y que me iba a morir, todo eso lo desmintió; y nos hizo saber que la diabetes es peligrosa, pero si te cuidas y llevas el control adecuado de tu alimentación no pasará nada malo.

Para mí, fue demasiado difícil acostumbrarme a otro estilo de vida, dejar de comer alitas, hamburguesas y comida china fue lo que más me costó, y a la fecha me sigue costando; pues a esa edad yo quería comer de todo, sin límites, era de los que piden una pizza familiar con una soda de un litro para el almuerzo o cena, sin saber el gran daño que le causaba a mi cuerpo.

Los primeros días en el colegio tomando los medicamentos y con la dieta, también fueron complicados; mi cuerpo aún no se adaptaba a bajar los niveles de glucosa en la sangre, y en educación física tuve mi primer bajón de glucosa, a lo cual se le conoce como hipoglucemia; sentía que todos me veían como una persona rara por ser diabético, y claro es muy extraño que un jovencito padezca de diabetes. Pero al pasar los días fui retomando energías y noté un cambio muy grande al estar en control, incluso en mis estudios, pues al no tener demasiado sueño me concentraba mejor.

Los primeros años sentí una diferencia muy grande en mi vida, pero, seguí adelante, terminé bachillerato y empecé la universidad, y gracias a Dios sigo en pie; siempre en control con mi diabetes, con altos y bajos; y con el firme propósito de mantenerme saludable.