El día a día del niño y su impacto en el cerebro.

Factores genéticos y ambientales que afectan el desarrollo cerebral.

El cerebro es el director de la película de nuestra vida, es decir, el responsable máximo de cada uno de nuestros actos, emociones, pensamientos y capacidades intelectuales; por lo tanto, es fundamental un adecuado desarrollo y madurez del mismo durante los primeros años de vida para poder ejecutar un desempeño armónico e integral a lo largo de las diferentes etapas de la vida.  

En general, el desarrollo cerebral depende de dos factores básicos que interactúan y se complementan de manera constante

  1. Genes: proporciona la maquinaria biológica que constituirá la materia prima cerebral, cuyo elemento principal son las neuronas.
  2.  El ambiente: incluye factores nutricionales, emocionales, socioeconómicos, actividad física, etc. 

“La verdadera generosidad para con el futuro reside en darlo todo en el presente”. (Albert Camus).

Los factores ambientales juegan un papel protagónico desde el periodo embrionario (embarazo), ya que el cerebro y otras estructuras relacionadas con el sistema nervioso inician su constitución física alrededor de la tercera semana de gestación; por lo tanto, la integridad ambiental desde el embarazo, y luego la continuidad durante la niñez y adolescencia constituyen la base para un futuro integral en cuanto al comportamiento, aprendizaje y desarrollo de habilidades del individuo.

“El periodo más importante de la vida no es la época de los estudios universitarios sino la primera etapa, el periodo del nacimiento hasta los seis años”. (María Montessori).

Aunque el cerebro es de los primeros órganos en formarse durante el periodo embrionario, cuando se nace es el más inmaduro y su macroestructura similar a la del adulto se establece en promedio al final de los 6 años de edad, y es cuando  se considera que el cerebro está preparado para iniciar el aprendizaje formal (desarrollo y potenciación  de las funciones ejecutivas superiores), tales como aprender a leer, escribir, etc., de ahí que se recomienda que los niños inicien el primer grado escolar a alrededor de los 7 años de edad; el hecho de que lo inicien antes no determina que aprenderán más, lo cual está demostrado a lo largo de múltiples estudios psicopedagógicos pasados y presentes, eso no significa que previamente no se pueda hacer una introducción al aprendizaje formal. 

Al nacimiento, todo ser humano sano “trae” de fábrica alrededor de 85 – 100 billones de neuronas en el cerebro. Entonces, ¿por qué hay variabilidad en cuanto a las capacidades cognitivas de la humanidad?, ¿por qué unas personas son más “inteligentes” que otras? La respuesta radica en que las neuronas por sí solas no realizan un trabajo adecuado, necesitan interactuar entre ellas (“redes neuronales”… sí, como las redes sociales y su impacto colectivo); lo anterior, en medicina se llama sinapsis,  y la mayoría de ellas  se realizan durante los primeros seis años de vida, lo que se define como plasticidad neuronal; posteriormente se consolidan y se reorganizan dependiendo de los estímulos que el individuo reciba a lo largo de su vida, según la condición biopsicosocial en que se desarrolle. 

La plasticidad neuronal se adapta a los diferentes estadios del desarrollo psicomotriz durante la niñez, lo que desde el punto de vista didáctico y práctico divide el desarrollo cerebral en tres estadios (los cuales se complementan entre ellos):

  • Cerebro primitivo: desarrollo de las habilidades instintivas de supervivencia, tales como sueño, hambre, llanto, etc. (primeros dos meses de vida).
  • Cerebro emocional: sonrisa, miedo, sensación de pertenencia, interacción social (a partir de los dos meses de edad).
  • Cerebro racional: lenguaje verbal, explorar, aprender (a partir del primer año de vida, consolidándose de forma general entre los 4 – 6 años).

Lo anterior se resume en que a medida que se cumplen las necesidades básicas de supervivencia, gracias a la plasticidad neuronal se va perfeccionando la madurez cerebral, lo que se manifiesta en el desarrollo de un máximo potencial intelectual en cada individuo según la condición particular y colectiva a la que tenga acceso. 

“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.(Organización Mundial de la Salud). 

La integración adecuada de la genética y el ambiente proporcionan un estado de “salud integral” neuronal durante la infancia, lo que se traduce en un impacto favorable en las siguientes facetas evolutivas de la vida, pero como todo proceso dinámico y multifactorial   se enfrenta a elementos negativos y positivos.

Entre los principales factores socioambientales negativos que pueden bloquear o dañar los fenómenos biológicos de un adecuado desarrollo cerebral durante la infancia tenemos:

  • Pobreza. Está demostrado que la pobreza es la principal causa de retardo neurocognitivo adquirido, dado que propicia y/o engloba los factores consecuentes a la misma, tales como:
  • Malnutrición.
  • Analfabetismo
  • Drogadicción infantil
  • Desintegración familiar, etc.

Por el contrario, los principales factores socioambientales positivos que contribuyen a un adecuado desarrollo cerebral en la infancia, son:

  • Nutrición adecuada.  El cerebro humano necesita del aporte balanceado de los tres principales nutrientes: carbohidratos, grasas y proteínas, asociados a minerales esenciales. El cerebro demanda aproximadamente un 20 % de los requerimientos energéticos de todo el cuerpo, por lo que es fundamental mantener una nutrición balanceada con todos los elementos nutricionales incluidos en una dieta saludable.
  • Sueño. Cuando se duerme, el cerebro realiza una actividad diferente que cuando se está despierto, y parte de éstas actividades es realizar nuevas sinapsis y potenciar por consecuencia nuevas redes neuronales.
  • Actividad física. El deporte (en cualquiera de sus ramas) favorece un estado integral de salud, y a nivel cerebral, cuando se realiza actividad física se potencian y se desarrollan múltiples sinapsis, sobre todo en los primeros años de vida. 
  • Estado emocional. El equilibrio emocional proporcionado por la integración familiar y un adecuado núcleo social son fundamentales para potenciar y desarrollar las capacidades neurocognitivas adquiridas.
  • Escolarización adecuada.  Es imperativo recalcar que el proceso de aprendizaje formal (lectura, escritura, comprensión, razonamiento, matemáticas, etc.) debe ser gradual y acorde a la edad del niño, sobre todo, tomando en cuenta los elementos de madurez neuronal descritos previamente. 

En conclusión, el día a día del niño y su impacto en el cerebro depende de la capacidad biológica (genes) y las condiciones externas (ambiente), y debe existir un adecuado equilibrio entre ambas; recalcando que los estímulos socioambientales deben ser constantes y graduales, acorde a la edad del niño, todo lo anterior con el objetivo de  lograr desarrollar el concepto de “salud neuronal” en las subsecuentes etapas de las vida de la persona; traducido esto en potenciar sociedades integrales y sostenibles para el presente y futuro de la humanidad.