Importancia de la salud mental

Mantener una salud mental estable es encontrar el equilibrio en los diferentes ámbitos que forman la vida de las personas, con ello resulta un bienestar positivo y una mejor calidad de vida.

La importancia de la salud mental está en la tranquilidad, cuando hay emociones negativas se deben reconocer y afrontarlas, es relevante el cuidado y la prevención, cada persona puede identificar su sentir y bienestar desde lo físico, estado emocional y mental.

Tiene relación en  la forma en cómo pensamos, sentimos y actuamos al momento de enfrentar la vida; así como realizar diferentes actividades de forma productiva en todas las etapas, desde la niñez, adolescencia, adultez y la vejez ya que incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social, involucrando la autonomía, el buen reconocimiento de habilidades, la  capacidad de hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar de manera productiva, las relaciones afectivas y la toma de decisiones encaminadas a lograr objetivos personales y profesionales.

Todo cambio o proceso adaptativo que interfiere en el estilo de vida establecido, puede generar conflictos internos en la persona, estos pueden afectar sus procesos fisiológicos y psicológicos, lo que lleva a identificar que estos cambios son fruto de un mal estilo de vida y es muy importante afrontarlo desde una perspectiva multidisciplinaria, construyendo así diferentes actitudes, hábitos saludables y comportamientos que encaminan a un mejor estilo de vida.

Consecuencias emocionales y necesidades psicológicas al recibir un diagnóstico.

Si el tener un problema, personal, familiar o una pérdida, nos provoca un desequilibrio emocional bastante grande, no podemos dejar de lado la salud y las consecuencias emocionales que tienen las personas al perderla; por ello es importante conocer el  impacto psicológico de un diagnóstico.

Cuando los pacientes son diagnosticados con enfermedades crónicas o  irreversibles, la mayoría de ellos entran en shock, comenzando a experimentar muchas emociones, sobre todo incertidumbre sobre el futuro; el médico comienza por explicar en qué consiste la enfermedad,  cómo interfiere en la salud y los tratamientos que existen para tratarla.

El paciente experimenta un proceso de negación, una de las primeras etapas de duelo por los cambios que se debe realizar, como dieta, medicamentos, cuidados que deberá tener la persona y abandonar algunas rutinas diarias; todo este proceso de cambios genera dificultad para adecuarse a ellos, pues su vida ha cambiado por completo y se introduce en un mundo desconocido lleno de malestares físicos y emocionales recurrentes.

Tras recibir un diagnóstico sobre una enfermedad, se debe comprender que la vida sigue, permitir sentir cada emoción que se experimenta porque son naturales, saber identificarlas y manejarlas, vivir en el aquí y ahora; el futuro es impredecible para todos, los cambios son drásticos, los pensamientos sobre qué pasará, provocan angustia; surgen pensamientos y sentimientos negativos.

Adaptación a sus padecimientos.

Ante un diagnóstico, se debe  aprender a adaptar la  enfermedad a la vida, comprender que en algún momento se experimentan frustraciones por las restricciones que el médico indica y cuidados que se deben seguir; sin embargo, siempre se está en constante aprendizaje, aunque ya no se realicen las actividades que se solían  hacer, siempre habrá una nueva actividad para aprender y adaptarse, en estos casos, el apoyo psicológico para la adaptación al nuevo estilo de vida resulta fundamental.

Las enfermedades causan cambios significativos y estos requieren diferentes estrategias que  ayuden a afrontarlos, permitiéndoles superar la situación o manejarla de una mejor manera, que el paciente tenga la capacidad de desempeñarse de manera adaptativa, evitando así que se desarrolle algún trastorno psicológico paralelo a la enfermedad.

Los pacientes deben enfrentar y superar sus síntomas físicos característicos del padecimiento y acoplarse a los tratamientos, estos de igual manera pueden traer consigo otros síntomas, que son individuales, produciendo también efectos psicológicos; contribuyendo generalmente con la aparición de depresión, ansiedad, estrés y otras afecciones, todas acompañadas de preocupación y angustia. El modo de afrontar estas emociones influye sobre la adaptación de la enfermedad, en algunas ocasiones los pacientes reprimen las emociones, esto resulta inadecuado ya que puede empeorar la sintomatología de la enfermedad, en cambio cuando expresan sus emociones y/o sentimientos les permite adaptarse a la nueva condición de vida.

Por ejemplo, cuando hay un incremento en la condición que está asociada a enfermedades cardiovasculares, los síntomas de depresión y ansiedad también aumentan, estas a su vez repercuten en un mayor riesgo de tener complicaciones médicas y cardíacas.

Otros factores que afectan a las personas con algún tipo de enfermedad, son el financiero, familiar y social, así como la productividad en el ámbito laboral. Todo esto representa una carga emocional bastante significativa para el paciente.

“Ya no puedo más” es una de las ideas que con frecuencia las personas piensan cuando se sienten mal emocionalmente, ya sea por la condición de salud física acompañada de malestares emocionales que surgen de la pérdida, o por sucesos emocionales dolorosos que han ocurrido en su vida, esto los lleva a un sentimiento de soledad e impotencia; surgiendo así los pensamientos negativos sobre ellos mismos, provocando una desesperanza que es un obstáculo para mejorar la salud física y mental.

Por lo anterior, es importante el acompañamiento psicoterapéutico, que le permitirá al paciente el  autoconocimiento y la expresión de sus emociones, requiriendo de un compromiso personal para la reestructuración cognitiva que ayude de manera positiva y disminuya el malestar; permitiendo la recuperación y el equilibrio psicológico y físico, que a su vez favorecerá sus relaciones familiares y sociales.

La buena adaptación al nuevo estilo de vida requiere por parte del paciente una mayor responsabilidad refiriéndose a la toma de medicamentos, buenos hábitos alimenticios, cambios en el estilo de vida, actividad física, entre otros aspectos importantes; estos cambios de hábitos, en los casos de enfermedades cardiovasculares son beneficios físicos en relación a la sintomatología y la mejora de la salud. Con base en lo anterior, en el sentido psicológico la capacidad personal de adaptación a la enfermedad repercutirá en una mejor salud mental.

La salud mental es de interés para todos, no solo para las personas que están afectadas por algún padecimiento físico y/o mental.

¿Cómo cuidamos la salud mental?

  • Habla de tus emociones.
  • Realiza diferentes actividades para distraerte y así reducir el estrés.
  • Realiza diferentes ejercicios mentales y juegos de destreza.
  • En tus tareas diarias establece prioridades y elimina distracciones.
  • Toma recesos entre actividades, así le permites al cerebro un descanso.
  • Sal a caminar al aire libre o haz ejercicios, esto es importante porque ayuda física y mentalmente, con la producción de hormonas que ayudan al bienestar.
  • Mantén una dieta balanceada.
  • Realiza chequeos médicos en los tiempos indicados, sin faltar a las citas programadas.
  • Mantén una vida activa.
  • Cuida tu imagen corporal.
  • Regula tus horas de sueño.
  • Mantén relaciones personales saludables (redes de apoyo: psicoterapeuta, médico tratante, amigos de confianza, familiares, guía espiritual, etc.).

Recuerda, eres más que un diagnóstico”