Pequeños cambios para una mejor vida

¿Para qué cambiar mi forma de comer?, si de la manera en que lo hago es deliciosa, “económica” y fácil para mí; esa pregunta nos la hemos hecho todos por motivos de peso, de diagnóstico médico no satisfactorio o simplemente porque el guarda ropa nos lo pide a gritos y debemos mejorar los hábitos de alimentación.

En la vida lo único seguro es el cambio, y es que para encontrar la estabilidad y realización en los diferentes ámbitos las personas debemos afrontar diferentes escenarios, en el libro de Spenser Johnson ¿Quién se ha llevado mi queso? Se ilustra de manera dinámica la travesía del cambio de un grupo de ratones que para sobrevivir tuvieron que reaprender su forma de obtener su tan anhelado queso y a la vez se representa a los que no pudieron cambiar a un esfuerzo mayor y quedaron estancados en el pasado sufriendo hambre. Esta dinámica sirve de alegoría a las situaciones en nuestros trabajos, familia y también a la hora de la comida.

¿Cómo debe ser la alimentación?

Es un proceso natural y necesario que implica escoger los alimentos desde la compra hasta la forma de cómo los consumimos, además incluye connotaciones de convivencia, identidad territorial, tradición, historia y economía.  La alimentación debe ser completa, suficiente y equilibrada de manera que pueda cubrir las necesidades de cada individuo y esos nutrientes deben proceder de alimentos frescos, poco procesados o sin procesar y mayormente de origen vegetal, respetando los gustos personales y llevando por medio de la misma no solo armonía con la población sino también con el medio ambiente. Por este tamiz podemos evaluar los alimentos que llevamos a nuestra mesa. Por ejemplo, ¿qué tanto cumple estos criterios un mango como fruta de estación comparado con una bebida de cola?

Aprovechar los alimentos de temporada.

Cada territorio tiene peculiaridades según su clima, temperatura, tipo de suelo y por ende las necesidades nutricionales de esa población adjudicada a ese lugar serán características, de allí la rotación de frutos y alimentos en cada área geográfica, se recomienda que la alimentación incluya en su mayoría frutos de temporada además de beneficiar la salud, motivará la compañía familiar y las actividades económicas de la localidad.

¿Cómo sabemos, cuáles son los alimentos correctos?

Hay muchas herramientas que pueden orientarnos a hacer una buena elección de alimentos, las guías como pirámide nutricional, el plato, 5 al día; todas traen información útil, el punto vital es ¿Cómo vamos a implementarlo en el día a día con los alimentos que están a nuestro alcance?

Pequeños cambios para comer mejor.

Queremos hacer mención de la guía alimentaria que presenta la Agencia de Salud Pública de Cataluña la cual usa tres frases sencillas para englobar el cómo podemos resumir lo anteriormente citado como necesario en la alimentación para asegurar la salud y son: 

Más: Frutas y hortalizas, legumbres, frutos secos, vida activa y social.

Cambiar a: agua, alimentos integrales, aceite de oliva extra virgen, alimentos de temporada y proximidad.

Menos: sal, carnes rojas, alimentos ultra procesados.

De esta forma en el grupo de alimentos “más” se incluye alimentos de perfil más saludable y un estilo de vida más activo.

Dentro del grupo “cambiar a” se propone mejorar la salud sustituyendo los alimentos como el pan y las pastas blancas por alimentos integrales y aceites funcionales como oliva extra virgen, poniendo al agua como la bebida preferencial.

En “menos” los alimentos cuyo consumo debe disminuirse y/o eliminarse ya que su uso está relacionado con importantes problemas de salud (sal y alimentos salados; azúcar, alimentos y bebidas azucarados, carne roja y procesada y alimentos ultraprocesados).

Cambios traumáticos o cambios placenteros.

Supongamos que ya he tomado la decisión de cambiar, ahora debemos definir, ¿qué?, ¿cómo? y ¿para qué?, propongo el siguiente ejemplo; imaginemos que el problema es sobrepeso y el hábito inmediato reconocido como nocivo es un refrigerio de las 03:00 p. m. que consiste en una porción de postre con un café azucarado, el cual se come de lunes a viernes.

Sabemos  que cada porción de postre tiene entre 350 y 500 calorías y que una taza de café ronda entre 60 y 300 calorías.

Importante que consideres que el consumo de 3 500 calorías extra al metabolismo total equivale a aumentar 1 libra de peso de grasa.

Entonces podemos calcular que en este supuesto refrigerio has consumido entre 410 y 800 calorías que son potencialmente obesogénicas.

¿Qué vamos a cambiar? El consumo alto de calorías obesogénicas para este caso postre y café.

¿Cómo? Sustituyendo por otro alimento que sea saludable entre las opciones disponibles que podrían ser: banana con canela en polvo, manzana deshidratada o natural y café negro con 1 cucharadita de azúcar.

¿Para qué?  Servirá para evitar el sobrepeso y sus complicaciones. (Esta respuesta dará la motivación al cambio y debe estar en mente cada vez que el ejercicio se practique).

De esta manera no obviamos el comer que podría relacionarse con un cambio negativo, sino que colocamos un nuevo alimento que en lugar de ocasionar un perjuicio signifique un beneficio.

Instaura el pensamiento del cambio en vez de la rutina de negación.

Para lograr un bienestar sostenible tanto en nuestra salud como a nivel de país es necesario hacer cambios consumo de alimentos frescos, menos industrializados permiten un bienestar total, si bien el cambio es un reto y en su mayoría difícil, mucho dependerá de nuestra actitud ante él, asumir un pensamiento propositivo en lugar de problemático ayudará a obtener los mejores resultados. En lugar de pensar en lo que no “podemos” comer, pensemos en el universo de alimentos deliciosos y saludables que nos ofrece nuestra región. 

¡Inicia ahora a transformar tu alimentación en algo agradable y saludable!

*Metabolismo total: cantidad de calorías que el organismo utiliza para sus funciones de digestión, respiración, actividad física entre otras.