Mi viaje hacia una vida saludable.

Historia de éxito · Paciente CCM

De inseguridad y cansancio a 50 libras menos, más salud y confianza.

Por Ana Margarita Morales de Navas · 65 años · Ama de casa y madre de cuatro hijas

Testimonio de pérdida de peso: Ana Margarita, paciente CCM
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Hola, mi nombre es Margarita, soy casada, ama de casa y madre de cuatro hijas; tengo sesenta y cinco años de edad y quiero compartir con ustedes mi historia de pérdida de peso. Durante muchos años luché con mi peso y mi salud: mi vida estaba marcada por la inseguridad, la frustración y una constante batalla contra el espejo. Pero todo cambió cuando decidí hacer un cambio significativo. Hoy, con una pérdida de cincuenta libras, me siento más fuerte y saludable que nunca. Quiero contarles cómo lo logré y qué he aprendido en el camino.

El punto de inflexión

Mi viaje hacia una vida más saludable no comenzó de la noche a la mañana. Durante años, mi peso era una fuente constante de preocupación; a medida que pasaba el tiempo, me sentía cada vez más agotada y mi energía estaba en su punto más bajo. Me enfrentaba a un espejo que no me reflejaba la persona que quería ser; no me gustaba quién era ni cómo me veía.

Fue una combinación de factores lo que finalmente me llevó a tomar una decisión radical. Mi salud estaba empeorando, me sentía cansada todo el tiempo y cada pequeño esfuerzo me dejaba exhausta. Durante una visita al médico recibí un llamado de atención: me dijeron que mi salud estaba en riesgo debido a mi peso. Ese fue el impulso que necesitaba para hacer un cambio real en mi vida; ha sido una de las mejores decisiones que he tomado.

No ha sido fácil este proceso, pero con el apoyo de mi familia, mis amigos y mis médicos, logré perder peso en aproximadamente un año, comiendo de manera sana y saludable.

La decisión de empezar

Una vez que tomé la decisión de perder peso, supe que no podía hacerlo sola: necesitaba apoyo, y lo encontré en la Dra. Verónica Díaz del Valle (cardióloga) y el Dr. Carlos Chávez y González (endocrinólogo). Ellos siempre estuvieron motivándome, apoyándome e incentivándome a seguir adelante; su profesionalismo y calidad humana me dieron seguridad para no desfallecer. Saber que no estaba sola fue crucial para mantenerme motivada.

Con la supervisión de mis médicos se consideró urgente cambiar mis hábitos alimenticios. La comida rápida y los ultraprocesados habían estado presentes en mi vida, pero era el momento de cambiar. Empecé a preparar comidas en casa con ingredientes frescos y saludables; poco a poco aprendí a evitar alimentos ricos en grasas saturadas y a moderar el consumo de azúcar y sal. Descubrí que no se trataba de privarme, sino de encontrar equilibrio y porciones adecuadas para mi cuerpo.

Cambios en el estilo de vida

El ejercicio se convirtió en parte esencial de mi nueva rutina. Aunque al principio fue difícil, cada pequeño logro me motivó a seguir. Comencé con caminatas diarias —que hasta la fecha mantengo— y poco a poco aumenté la intensidad. Ver el progreso en fuerza y resistencia me dio gran satisfacción.

Uno de los mayores desafíos fue aprender a manejar el estrés sin recurrir a la comida. Descubrí que el ejercicio beneficiaba mi cuerpo y mi mente. Mis caminatas se volvieron prácticas importantes para mantener el equilibrio emocional. Gestionar el estrés de forma saludable me ayudó a evitar comer en exceso y a mantenerme enfocada.

Obstáculos y triunfos

No todo fue fácil: hubo momentos de desánimo en los que pensé en rendirme. Los estancamientos en la pérdida de peso y las tentaciones fueron difíciles de superar. Sin embargo, recordé por qué comencé y me rodeé de personas que me apoyaban. El progreso no siempre es lineal.

Los triunfos, por pequeños que fueran, fueron una gran fuente de motivación. Cada libra perdida era una victoria; la ropa que antes quedaba ajustada comenzó a quedarme bien. Los elogios de amigos y familia también me impulsaron. Celebrar los pequeños logros me ayudó a mantener una actitud positiva.

El impacto en mi vida

Después de perder cincuenta libras, mi vida cambió en muchas maneras: me siento más enérgica, confiada y saludable. Aprendí a disfrutar de mi cuerpo y a valorar lo que puede hacer, en lugar de enfocarme en lo que no es perfecto. Mi bienestar general mejoró; ya no lidio con la fatiga constante y tengo una nueva apreciación por la vida activa.

Mi cambio también impactó mis relaciones personales. Me siento más conectada con mi familia y amigos porque ahora tengo la energía y el entusiasmo para participar en actividades que antes evitaba. El apoyo y la comprensión de mis seres queridos han sido fundamentales.

Consejos para otros

  • Encuentra apoyo: no enfrentes este viaje sola; busca profesionales y grupos de apoyo.
  • Haz cambios graduales: no cambies todo de una vez; introduce ajustes pequeños y sostenibles.
  • Celebra los logros: reconoce cada pequeño triunfo; cada paso cuenta.
  • Mantén una actitud positiva: habrá desafíos; recuerda por qué comenzaste.
  • Cuida tu salud mental: el bienestar emocional es tan importante como el físico.

Reflexión final

Mirar hacia atrás me llena de gratitud y satisfacción. La pérdida de peso no solo transformó mi cuerpo, también cambió mi vida profundamente. Estoy orgullosa de lo logrado y emocionada por el futuro. Mi historia demuestra que, con determinación y apoyo, es posible superar obstáculos y alcanzar metas. A quienes están en su propio viaje hacia una vida más saludable, les envío mi apoyo y los animo a seguir adelante. ¡No hay nada más valioso que invertir en tu salud y bienestar!

CONCLUSIÓN

Con apoyo profesional, cambios graduales y manejo del estrés, sí es posible construir hábitos sostenibles y transformar tu vida. En CCM podemos acompañarte con planes realistas de alimentación, movimiento y bienestar emocional.

Ana Margarita Morales de Navas