La disautonomía no me impidió ser una buena madre.

Me embaracé a los 21 años sin ningún chequeo previo, todo iba muy bien hasta las 30 semanas cuando me ingresaron de emergencia por tener preeclampsia grave, y a los 4 días del ingreso me realizaron cesárea porque mi presión estaba por el cielo. Todos los médicos me decían que no se explicaban la razón, ya que era una mujer delgada sin antecedentes de hipertensión arterial y dedujeron que era por estrés, debido a que en ese momento tenía carga laboral fuerte y llevaba 5 materias en la universidad.

Los años pasaron y siempre tuve episodios de cansancio repentino, palpitaciones, me faltaba el aire, sudaba helado o siempre estaba sudando sin razón aparente; no sabía si se me subía o bajaba la presión, además, me mareaba. Pero, nunca le puse la debida atención a esa lista de síntomas, lo más que hice fue googlear lo que sentía y todo arrojaba a padecer de la tiroides.

Hace algunos años no tenía la capacidad para asistir a un médico privado, yo sabía que debía consultar mis síntomas, pero, solo el hecho de pensar en ir al seguro social y que nunca avanzaría para ser atendida por un especialista me hacía dejar eso a un lado. Mi mamá con cada episodio de malestares me decía: “yo sé que tienes algo, pasa consulta”.

A causa de la preeclampsia, mi hijo nació a las 30 semanas pasando muchas consultas por ser prematuro, luego a sus dos años y medio lo diagnosticaron con autismo, al principio fue muy duro aceptar su condición; pero, también nos dimos cuenta que tener un diagnóstico temprano fue lo mejor para apoyarlo. 

Como mamá soltera hice consciencia sobre lo importante que es poner nuestra salud en primer lugar y lo necesario que es cuidarnos.

Cuando llegué a consulta con el Dr. Chávez me indicó varios exámenes, entre ellos, los de tiroides y me di cuenta que lo que Google me había dicho era falso. Todos mis exámenes de laboratorio estaban bien. Luego me realicé un Monitoreo Ambulatorio de la Presión Arterial (MAPA), descubrimos con el Dr. que mi diagnóstico es “disautonomía con hipotensión arterial ortostática”, y que mi sudor inexplicable también tiene una causa, y es “hiperhidrosis por disautonomía”.

El día del diagnóstico, la verdad me sentí feliz y me sentí motivada a cuidarme siguiendo las indicaciones del Dr., me di cuenta que muchas veces, padres y madres decimos que moriríamos por nuestros hijos, pero la pregunta es: ¿viviríamos bien por nuestros hijos? Nuestros hijos tengan o no una discapacidad merecen tener buenos padres que cuiden de su salud ya que somos responsables de ellos.

Sigo mi tratamiento según las indicaciones del Dr., y aunque no estoy curada, sé que gran parte de los resultados dependen no solo de mis medicamentos. Desde el diagnóstico he aumentado 6 libras y eso me causa alegría, porque se me dificulta subir de peso, me siento poderosa por el hecho de conocer mi situación, y me gustaría que todos tuviéramos la oportunidad de tener un diagnóstico o de consultar cada vez que presentemos síntomas como estos, pues la disautonomía puede ser confundida con otras enfermedades.

Beatriz Rivas. Lcda. en Mercadotecnia y Publicidad.