Estilos de vida saludables desde la niñez

Aprendiendo como familia

Hace algún tiempo, escuché de un experto que la salud cardiovascular se va perdiendo desde la niñez y que un estilo de vida poco saludable desde la infancia afecta la salud del músculo más importante del cuerpo humano llamado corazón, para toda la vida; que la mayoría de las personas nacemos con un corazón sano; ello me hizo reflexionar sobre una frase de Antoine de Saint-Exupéry: “Todas las personas mayores fueron al principio niños…”  si, niños con el corazón sano, con la mente sana, con los niveles de colesterol y triglicéridos adecuados, con talla y peso acordes a su edad.

El rol de la familia

Entonces, ¿por qué se altera negativamente cada vez a más temprana edad?, ¿por qué hay más niños y niñas con obesidad?, además, me pregunté sobre el rol de la familia, particularmente de padres y madres en mantener esa condición sana con la que nacemos, al menos mientras dependemos de sus cuidados; seguramente usted ya comenzó a encontrar respuestas a esas preguntas, estoy segura que ya reflexionó sobre los hábitos alimenticios inadecuados y estilos de vida cada vez más sedentarios, en contraparte es necesario también reflexionar que padres y madres con estilos de vida saludables proveerán  mejores cuidados a sus hijos e hijas

Mucho se ha destacado en la literatura sobre la importancia de los primeros 1000 días de vida como una etapa crucial para tener una mejor salud en las etapas siguientes, en tal sentido, la alimentación en los primero 6 meses de vida extrauterina debería realizarse solo con leche del seno materno, dando como resultado bebés más saludables y seguros; sin embargo, hoy en día existen muchos factores facilitadores de prácticas de vida poco saludables y muy pocos que nos conduzcan a la salud a pesar de algunas iniciativas o movimientos por una vida más sana; también es cierto que cada vez  hay más acceso a alimentos altos en grasas trans, ultra procesados y altos en azúcares libres, los cuales son promocionados de manera atrayente para los padres y madres, pero principalmente para los niños y niñas; pues combinan atractivos de comidas, bebidas, juguetes de personajes de televisión, etc.; a propósito de esto, cada vez son más las horas de exposición de los niños y niñas a las pantallas, tanto de la televisión como de otros dispositivos electrónicos, dando pie a otro factor de riesgo cardiovascular llamado sedentarismo. 

¿Cuánto se mueven nuestros niños?

Aunque en El Salvador no se ha documentado el sedentarismo en niños pequeños, si se cuenta con información del año 2013 de la Encuesta Mundial de Salud del Escolar en estudiantes entre las edades de 13 y 15 años, encontrando que únicamente el 13% de estos cumplían los niveles de actividad física recomendada por la OMS/OPS de al menos 60 minutos diarios, 5 días a la semana; el 38.4% presenta problemas de sobrepeso y obesidad, sólo uno de 5 estudiantes consume usualmente frutas, cinco o más veces por día; y el 66% consumen una o más bebidas carbonatadas por día. 

El ejemplo como guía

Entonces cabe preguntarse, ¿cuánta responsabilidad tenemos las personas adultas en esta situación?, ¿qué estilo de vida estamos modelando a las futuras generaciones?, ¿estamos conscientes de los daños producidos a los seres que más amamos, cuando no inculcamos con el ejemplo hábitos de vida saludables? Le invito a que la próxima vez que realice las compras de alimentos para su hijo o hija, se detenga a reflexionar sobre lo que coloca en su carretilla del supermercado, lea las etiquetas de lo que compra, revise entre otras cosas los colorantes y edulcorantes, la cantidad de grasas trans y azúcares libres; no se autoengañe pensando que está siendo buen padre o madre cuando le da gusto a sus hijos comprándoles el cereal del animalito que le gusta, la galleta preferida con formas y colores pero altos en azúcar, piense, ¿qué alternativas de alimentos saludables para la salud del corazón podría encontrar?, ¿cómo puede hacerlas atractivas al paladar, a la vista, al olfato?, pues mucho se está hablando de la alimentación afectiva y sensorial como una práctica saludable.

Recuerde, nuestros hijos e hijas son nuestro espejo, por lo tanto, procuremos que la familia sea el factor protector más importante de ese tesoro que Dios nos confía y que nos entrega sano, brillante y limpio, protejamos su corazón de cualquier daño.