Desmayo; ¿inofensivo o mortal?, ¿cómo saberlo?

Una joven que se desmaya repentinamente en una fiesta después de tomar 1 trago de vodka, un niño que cae sobre el teclado de un piano después de dos horas de estar practicando, una abuela que cae repentinamente en el mercado realizando sus compras. Son muy diversas las formas en que varias personas presentan lo que comúnmente llamamos “desmayo”, situaciones que son muy alarmantes para las personas que los acompañan, siendo amigos o familiares y que hace que acudan cada vez más frecuentemente a una consulta con el cardiólogo o inclusive a la emergencia de un hospital a la hora que sea.

Es muy importante que identifiquemos que muchas veces puede  que no sea un simple desmayo sino lo que conocemos como síncope; el cual tiene un aspecto muy particular y es que en este último el paciente tiene pérdida de la conciencia, no así el desmayo o desvanecimiento, es decir se desconecta totalmente de la realidad y no recuerda qué le pasó, cómo le paso o quiénes le brindaron ayuda.

Para que un episodio de síncope se dé tiene que haber una interrupción brusca de flujo sanguíneo desde el corazón hasta el cerebro. Por lo que la literatura define que “el síncope es grave hasta que el médico no demuestre lo contrario”.

Basta un cese súbito del flujo sanguíneo cerebral de tan solo 68 segundos  para producir una pérdida completa del conocimiento, en dicho momento se produce un descenso rápido presión arterial sistólica (PAS) de hasta 50-60 mmHg en el corazón para que precipite  la pérdida del conocimiento

Entonces, ¿cómo podemos  abordar estos cuadros similares producidos en diversas situaciones, tanto en jóvenes como en ancianos?

Es muy importante consultar   lo más pronto con el especialista ya que si el síncope se da en pacientes con cardiopatías puede incrementar el riesgo de muerte súbita  hasta 24 veces.

Es frecuente que como paciente o familiares de los pacientes nos preocupemos y una pregunta muy frecuente cuando el paciente presenta pérdida de conciencia es:

¿Esto puede tener riesgo de muerte?

Los médicos debemos tratar de asegurarle al paciente la gravedad de su síncope enfocándonos en la mortalidad que este puede producir en cardiópatas, o por su naturaleza incapacitante al producir traumatismos graves o en profesionales de alto riesgo.

Esto lo podemos iniciar a esclarecer preguntándoles algunas características como por ejemplo: ¿lo presentó haciendo esfuerzos o ejercicios?, ¿sintió palpitaciones rápidas al inicio desmayo?, ¿hay familiares que han tenido  muerte súbita y además a edad temprana?, ¿tiene diagnóstico de enfermedad cardíaca como de la válvula aórtica, infarto agudo de miocardio, masas o tumores cardíacos y más específicamente de las arterias del corazón? o aquellos casos en los que se han encontrado arritmias por electrocardiograma  y posteriormente ha tenido síncope. Todos estos antecedentes deben ser conocidos por nuestros médicos a la hora de recibir a un paciente con síncope ya que puede ser tan amenazador y llegar a requerir la colocación de un marcapaso.

Según los últimos estudios el curso del síncope puede ser también benigno hasta en el 90% de los casos, pero aunque benignos, estos episodios suelen ser recurrentes, impredecibles, incapacitantes para un trabajo de alto riesgo (por ejemplo, durante la conducción, manejo de maquinaria, vuelo, deporte de competición, etc.), e  ir o no acompañados de breves síntomas antes del desenlace y terminar con un traumatismo.

En cada caso se debe tratar a cada paciente de manera muy particular, por supuesto que la responsabilidad de establecer esta categoría debe ser del médico.

Es importante que una vez evaluado se les explique de forma clara a todos los pacientes el diagnóstico para tranquilizarlos, asesorarlos sobre el riesgo del episodio, si se va a  repetir, la forma de evitar las situaciones y los factores que desencadenan el síncope.


Como especialistas damos algunas recomendaciones para los pacientes o personas acompañantes que les ayudarán a mantener la calma y a implementarlas antes o durante los episodios:

  • Es imprescindible la realización de un electrocardiograma evaluado por médico especialista para establecer la causa del síncope. En ocasiones se requerirán estudios más especializados como un monitoreo cardíaco de 24 horas o holter, un electroencefalograma o una prueba de la mesa inclinada.
  • De acuerdo a la evaluación médica en algunos pacientes que están bajo tratamiento deberán reducir el tratamiento para la presión alta hasta que la presión sistólica llegue a 140 mmHg, ya que esto evitará que algunos síncopes o desmayos se repitan.
  • Al presentar síntomas, practicar contracciones musculares isométricas como cruzar las piernas con fuerza, apretar con la mayor fuerza posible una pelota de goma (56 cm de diámetro) o un objeto blando similar con la mano dominante durante el máximo tiempo tolerado o hasta que desaparezcan completamente los síntomas; o también   entrelazar las manos y al mismo tiempo aplicar una fuerza centrífuga (halar hacia afuera) durante el máximo tiempo tolerado o hasta que desaparezcan completamente los síntomas.

  • Antes del episodio se recomienda la ingesta rápida de agua fría, que  puede ser efectiva para combatir la intolerancia al estar de pie y los ascensos de presión posterior a la alimentación.
  • Dormir con la cabecera de la cama elevada (>10°) previene la  micción (orinar) frecuente durante la noche, mantiene una distribución más favorable de los fluidos corporales y mejora la hipertensión nocturna.
  • El uso de medias de presión graduadas en las piernas, también ayuda a disminuir la acumulación de sangre relacionada con la gravedad en paciente de mayor edad.

  • También podemos practicar algunas medidas adicionales a las anteriormente mencionadas que son útiles sobre todo en la prevención de un síncope: el uso de bastones para caminar, comer frecuentemente y en pequeña cantidad pero indicado y supervisado por un nutricionista para evitar el aumento de peso; por  último, realizar ejercicio moderado de los músculos de las piernas y el abdomen, especialmente la natación.

Terapia farmacológica especial deberá utilizarse en aquellos casos en los que se presenten síncopes repetidos y muy frecuentemente; y en algunos casos muy particulares se debe usar marcapasos.