¿Envejecer es lo mismo que estar enfermo?
El envejecimiento lleva a un cambio de las capacidades biológicas y psicológicas, el corazón no escapa de esos cambios. Pero no todos los que envejecemos tenemos que estar enfermos del corazón o morir por su causa. A esta fecha, muchos siguen muriendo de causas cardíacas y se ha calculado que en el 2030 morirán cerca de 23,6 millones de personas por cardiopatías coronarias y eventos cerebrales, se prevé que a pesar del tiempo sigan siendo la principal causa de muerte.
El envejecimiento debe entonces entenderse como una etapa de nuestras vidas con muchos cambios, pero debemos trabajar en salud para que no se presenten prematuramente.
Conforme vamos avanzando en años, el corazón, arterias y venas experimentan pérdida de la elasticidad, habrá aumento leve del tamaño del corazón y en sus cavidades hay acumulación de exceso de tejido conectivo como un intento reparativo a la degeneración de sus células, lo que llevará a rigidez y a disminuir su función en la relajación, causando falla cardíaca; es decir, fallo en la función de bombeo. A nivel de las válvulas: los mayores de 65 años desarrollan esclerosis (endurecimiento y depósitos de calcio) que las vuelve engrosadas y con poca movilidad, lo que irá aumentando conforme vamos llegando a los 75 años. El sistema eléctrico del corazón, sufre fibrosis progresiva, de tal manera que en los mayores de 75 años se estima que tan solo el 10% de las células marcapasos del nódulo sinusal (la batería de nuestro corazón) continúen funcionando; por lo que en la consulta los pacientes mayores tienen disminuida la cantidad de latidos lo que se conoce como bradicardia, y si es muy marcada llegar a requerir del apoyo de un equipo de marcapasos.
Este enfoque deberá centrarse en la salud de nuestras arterias, esto es de gran impacto para disminuir el deterioro renal, cerebral, ocular, cardíaco etc. ¿Cómo podemos evaluar su estado y a la vez cuidarlas tempranamente?, la rigidez de las arterias es el principal cambio patológico del envejecimiento, ya que promueve el inicio y progresión de la hipertensión y aterosclerosis (depósito de grasa en las arterias). Hay que entender que este es un estado temprano que inicia desde los 50 años, con inflamación crónica muy significativa, contribuyendo a la progresión de enfermedades como la diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedad renal crónica, retinopatías, neuropatías, enfermedad cardiovascular, cáncer, demencia y depresión. Estudiar el funcionamiento de las arterias nos ayuda a predecir qué tan frágil se encuentra una persona ante los eventos cardíacos, así también el riesgo de muerte prematura.
En la consulta detectamos que la rigidez arterial está presente en los pacientes al encontrar elevada la presión arterial sistólica, en este caso podemos pedirles algunas pruebas de laboratorio clínico que son marcadores bioquímicos que se encuentran en la sangre; como la proteína c reactiva ultrasensible, adiponectina, interleucina 6, entre otros; estos nos indican el estado de inflamación. En dichos pacientes es obligatorio estimar el riesgo de eventos cardíacos, para lo cual, podemos hacer uso de las diferentes escalas de riesgo como SCORE, Framingham Score, PROCAM, HEARTS, ACC/AHA (todas ellas accesibles en la web), y debemos iniciar a medir la velocidad de onda de pulso, que es la presión que genera la sangre al circular desde la arteria carótida hasta la femoral, traduciendo muy certeramente la rigidez vascular.
Seamos o no especialistas, cada vez veremos más paciente ancianos, es tal la magnitud que el sistema de salud está atendiendo más ancianos que niños de 5 años, por lo que a nivel de políticas de salud se ha establecido la década del envejecimiento saludable, declarada por la asamblea general de las naciones unidas (2021-2030). Afirmando que, no hay tal cosa como la persona mayor «típica», o mejor dicho enfermos típicos, ya que no son los cambios biológicos los que nos enferman sino aquellos factores que tienen que ver con el estilo de vida como el estrés, “a mejor estilo de vida menor envejecimiento patológico”.
Los cambios en el estilo de vida han tenido un efecto positivo en la salud vascular, reduciendo la rigidez arterial, la de mayor impacto es la actividad física, especialmente, el ejercicio aeróbico como caminar, nadar, trotar, jugar tenis y practicar ciclismo, por lo menos 30 a 60 minutos al día 3 días a la semana; el cese del tabaquismo, la pérdida de peso y una alimentación saludable.
En 1998 se adoptó el concepto de envejecimiento exitoso que procura la baja probabilidad de enfermar y de presentar discapacidad, un alto funcionamiento cognitivo y físico, y un alto compromiso con la vida, llamado también envejecimiento activo o productivo. Esto nos dice que en el ámbito de la salud es innegable que vamos a enfermarnos, pero debemos procurar enfermedades de bajo riesgo y por ende baja discapacidad, para ello debemos adoptar ciertas medidas.
Una medida efectiva es no fumar, pero aun para los que han fumado, si dejan este hábito 15 años antes de los 60 años, pueden alcanzar la meta de éxito.
Ser físicamente activo o lograr independencia física se alcanza al caminar varias veces por semana, realizar actividades de jardinería, hacer ejercicio frecuente y vigoroso y consumir al menos 500 calorías a la semana. Esta medida es la de más impacto incluso al compararla con la dieta.
Mantener el peso en un rango normal predice el envejecimiento sano, consumir principalmente alimentos naturales frescos como pescado, arroz, verduras, soja y té verde; alimentos bajos en grasas saturadas, azúcares y carnes rojas, lo que la convierte en muy saludable y nutritiva. El consumo de pescado, alimento que es una fuente de omega-3, ha demostrado tener numerosos beneficios para la salud, como reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y la inflamación en el cuerpo.
El consumo de alcohol moderado no es una medida que demuestre con claridad los beneficios ya que algunos estudios no avalan el consumo.
La combinación de la elevada actividad física con el hecho de no fumar aumenta la probabilidad de un envejecimiento saludable, magnificando el efecto protector futuro.
Envejecer bien debe ser un proceso que dure toda la vida e incluso, cuando las intervenciones sean dirigidas a las personas mayores, debemos apoyar el lema: “nunca es demasiado tarde”.
Dra. Verónica de Chávez
Cardiólogo-internista